En el naipe con que juega el imperio para recuperar la capacidad de subyugar a todo el continente latinoamericano, no solo que hay cartas marcadas, sino que las hay remarcadas, dobladas o escondidas, pero es evidente que ya se quitó la máscara para demostrarnos que no hay límites en la partida que no puedan ser dominados por este hábil tahúr.
Desde el golpe fuerte y a lo bestia que recordamos aún, cuando subieron a Pinochet para terminar con el proceso socialista del inmortal Salvador Allende, se repitió en Honduras medio siglo más tarde con armas, pero sin sangre; hasta los golpes blandos de última data y los ‘neogolpes’ democraticoides a base de sucesivas transfusiones de millonadas de billetes verdes para aplicar mecanismos perversos para socavar el poder popular y levantar la nueva forma de fortalecer a la ya de por sí poderosas oligarquías criollas que perfeccionaron sus hábiles mecanismos de adormecer la conciencia poblacional con la manipulación que hace el poder de los medios de comunicación. En Argentina, ¿dónde quedó la memoria de 20 mil muertos, entre ellos los progenitores de esos niños que fueron robados a sus padres y rescatados del olvido por las Abuelas de Plaza de Mayo?
¿Dónde quedó en Venezuela la portentosa reivindicación de millares de niños sin escuelas, de ancianos ciegos, de familias enteras atrapadas por la implacable pobreza, de la soberanía protegida por la Alba, Unasur, la Celac y todas las herramientas forjadas por Chávez y Maduro para impulsar las alertas porque la espada de Bolívar empezó a caminar por América Latina? Todo eso y más ha caído absorbido por la restauración conservadora, ultrahábil como que la orienta, la conduce y la alimenta con recursos financieros, el propio imperio con mano hábil y experimentada.
El manejo de la política distractora sobre el cambio frente a Cuba, admitiendo que 50 años de bloqueo a la isla habían resultado un fracaso, quizás distrajo la atención de todo el continente que fue aprovechado con éxito por las oligarquías de Argentina y Venezuela y las que asedian a Brasil, Bolivia y Ecuador con insistencia voraz.
Son tan sutiles y mañosas las jugarretas del imperio que no es fácil defenderse, aunque es evidente que la peor respuesta es la de bajar los brazos y escuchar los cantos de sirenas por lo que debemos recordar la promisoria afirmación del ‘Che’ Guevara: “Al imperio no hay que concederle ni un tantico así!”.
Los gobiernos y pueblos progresistas tienen que juntarse y unir fuerzas: está comprobado hasta la saciedad que ese es el camino que nos queda si intentamos defender lo poco que hemos avanzado después de 200 años de coloniaje y soportar ese juego tramposo.
Desde los años 60, varios agentes de la CIA (Philip Agee desertó y vivió en Cuba hasta su fallecimiento y escribió Inside the CIA o La CIA por dentro) han revelado con nombres y apellidos la lista de agentes asalariados, informantes y provocadores criollos a su servicio, infiltrados en los partidos y movimientos políticos en todo el mundo.
Los WikiLeaks actualizan lo que se sabía siempre, y había pruebas: hoy se encuentran nombres y entidades del Estado de EE.UU. que operan en Latinoamérica, so pretexto de defender los derechos humanos y son agentes de todo servicio, como consta en Google cuando habla de USAID y sus vínculos con el agente derechista César Montúfar, detenido en la última refriega opositora por agredir a policías. (O)