En el campo profesional médico, el debate por los derechos gremiales se ha complicado con las posiciones políticas a favor o en contra del Gobierno. Son necesarias voces que propicien un diálogo razonable, tratando de superar la defensa apasionada de dichas posiciones políticas.
Cuando en el escenario político se colocan sobre la palestra los temas médicos, diferentes a los de la salud, pues no son exclusivos de ellos, aunque a veces los colegas se olviden de las otras profesiones y disciplinas, se torna obligatoria la participación del mayor número de personas de la sociedad en general y del propio gremio en particular.
El diálogo es fundamental, sobre todo para mantener la unidad gremial. Todos opinan inteligentemente, pero algunos lo hacen desde las pasiones negativas, como aquella de expulsar de la sala a un colega directivo de una institución pública, sin escucharlo, con el argumento (o expresión emocional) de mostrar el rechazo simbólico a la persona que ostenta la máxima autoridad del país, a quien ellos pretenden culparlo de todo.
El Ejecutivo colegisla las leyes y gobierna con decretos, mientras la autoridad sanitaria lo hace con acuerdos. Las argumentaciones legales, técnicas, científicas y políticas en desacuerdo con algunas leyes, decretos o disposiciones se han expresado, lamentablemente, desde las mencionadas pasiones en donde afloran intereses políticos personales y grupales. Sobre todos los temas se opina desde la ideología, es decir desde la posición política de cada uno.
Se ha reclamado que el Gobierno debe mejorar su capacidad de consulta, socialización o diálogo, pues esta ha estado ausente en varios temas académicos y gremiales. Muchas disposiciones se implementaron sin que los actores las conocieran antes. Esta deficiencia viene, en el caso del MSP, desde la reducción del Conasa a una mínima expresión, y la falta de organización de los participativos Congresos por la Salud y la Vida. Las críticas a muchas de esas disposiciones se efectuaron por los canales regulares, y deben continuar así porque, ciertamente, varias no han tenido respuesta.
Las autoridades gremiales deben evitar que sus temas se mezclen con las tendencias políticas porque no todos los profesionales, agremiados o no, piensan igual. Así se evitaría la utilización de los mandiles para las expresiones políticas, pues el mandil no debe simbolizar a ninguna de ellas, pues dentro del gremio existen diversas corrientes de pensamiento y los temas que unen al gremio no son de carácter partidista. (O)