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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿El comercio marca la vida de estas épocas?

20 de julio de 2014

@OrlandoPerezEC

Ecuador cerró la negociación para firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea en la misma semana en que Rafael Correa se reunió con los mandatarios del grupo Brics y sostuvo un encuentro especial con el presidente de la República Popular China, Xi Jinping. Y todo eso ocurrió en un contexto mundial marcado por la prevalencia, prioridad y vital importancia del comercio entre las naciones.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) adquiere estos tiempos mayor trascendencia que la ONU porque ahí se definen los futuros de muchos sectores, actores, empresas y países. Sus decisiones y/o regulaciones son atendidas casi como obligaciones de Estado sin discusión.

Y por eso caben dos consideraciones: una de lo que el mundo vive (¿y soporta?) alrededor del comercio y la otra si Ecuador está en condiciones de afrontar esa realidad.

En principio: la historia de la humanidad es casi la historia del comercio entre pueblos y grupos humanos. Las conquistas por la seda, la canela y otros productos han marcado hitos históricos por esa necesidad de solventar las necesidades de conglomerados, para lo cual se armaron, lucharon y hasta, en pocos casos, desaparecieron como naciones. Por supuesto todo ello, casi siempre, en un marco de conflicto y tensión, dominación y sometimiento, inequidad e injusticia.

Ahora hay potencias ‘comerciales’ que definen qué se compra y qué se vende. Ya no es una o dos, son varias esas potencias. Y hay grupos de países emergentes que también incorporan en sus lógicas comerciales estrategias para desarrollarse a costa de que otros sean productores primarios y hasta monoexportadores. En concreto: la política mundial está marcada ahora por el nivel de comercio que estén en condiciones de desarrollar las naciones. Así de simple y complejo.

Ecuador no tuvo históricamente una política de Estado para su comercio. Casi siempre los grandes grupos monopólicos impusieron a los gobiernos sus necesidades que se convirtieron en políticas estatales. Nuestra marca fue la de exportadores de materias primas y productos como el cacao o el banano, por excelencia. Recientemente aparecieron las flores y el camarón.

Lo que está en debate es sobrepasar esa condición, que como han dicho las autoridades del actual gobierno, conlleve a la generación de plus valor y, sobre todo, a una economía del conocimiento. Por eso la firma del acuerdo comercial con Europa genera ese sentimiento de incertidumbre. ¿Efectivamente las condiciones de ese acuerdo (que no se han hecho públicas hasta la redacción de este artículo) van a garantizar ese salto o solo ratifican las imposiciones concretas de la realidad comercial del mundo y de las necesidades de nuestros agro-exportadores? ¿Estamos en condiciones de imponer nuestras condiciones al resto de socios comerciales para dar ese salto a una economía no dependiente de nuestros productos primarios para solventar el desarrollo nacional?

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