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La crisis que en este momento vive Ecuador en la frontera Norte, pone de relieve algunas deficiencias en los diferentes sectores de defensa e inteligencia, como ya vengo señalando a lo largo de las semanas en esta columna. El legado del anterior gobierno; la adquisición de equipos que no responden a las necesidades de FF.AA., una Senain direccionada a la persecución política son algunos de los elementos, que incluso el actual Presidente ha denunciado como herencia nefasta del correísmo.
Después de escuchar algunas de las declaraciones que el Comandante del Ejército dio la pasada semana y del silencio, al menos sospechoso, del resto de los Comandantes de las Fuerzas, considero necesario abordar la situación que en este momento vive el Comando Conjunto de FF.AA.
Tenemos que recordar que los mandos actuales fueron nombrados y posicionados por el anterior gobierno, por tanto, forman parte, igualmente, de esa nefasta herencia, que hoy afecta a la defensa. Recordemos que el último cambio de mando, eliminó a cuatro generales con la intención de buscar, seguramente, los más dóciles políticamente, en lugar de los más capaces.
Pensar que el fortalecimiento de nuestras debilitadas capacidades pasa por cambiar el uniforme del Ejército o la compra de unos pocos fusiles, como declaró el Comandante del Ejército, confirma que algo no está funcionando. Por cierto, ¿quién es el Comandante de la Armada? ¿Dónde estuvo cuando tres de sus hombres fueron asesinados? ¿Cuál es el rol del Jefe del Comando Conjunto? ¿Por qué no habla?
Hubiera sido deseable que los miembros del Comando Conjunto hubieran dado un paso al costado desde el momento en el que se cuestionó su liderazgo y no permanecer aferrados a su cargo aprovechando el respeto del Presidente por cumplir los plazos de los cargos de comandante.
Hoy, las Fuerzas Armadas Ecuatorianas necesitan líderes reales, capaces de comandar las fuerzas con solvencia, capaces de identificar las verdaderas necesidades operativas de nuestras FF.AA., y así asesorar adecuadamente al ministro. Se requieren líderes con quienes los soldados ecuatorianos puedan sentirse identificados, representados. Ya no más hombres de papel, menos aun de papel político para liderar FF.AA., porque sin duda, la institución sí está comprometida con el país. La institución armada no solo son los mandos. (O)