La futura historia que se escribirá sobre el siglo XXI en América Latina corresponderá casi con seguridad a las ideas y realizaciones para el cambio de época que se lleva a cabo en varios territorios de la región. Vigente el pensamiento integrador de nuestros libertadores, el sueño de la Patria Grande, el progreso social y material de los pobres, son ya notas descollantes de esta interacción política actual. El nivel de conciencia de las masas populares acrecienta la certeza del avance hacia nuevas formas de organización política en el continente, que permitirá lograr y concordar anhelos, materializaciones, reestructurar las relaciones entre los hombres, las naciones.
Venciendo la verticalidad autoritaria y deshumanizada del neoliberalismo, el movimiento Alianza PAIS surge en Ecuador en 2006 como una respuesta popular contundente a la situación perversa que se daba en la república, llamando al pueblo a reaccionar para recuperar la nutriente alfarista, yendo al fondo de la tarea inacabada, por el crimen de El Ejido, de esa, la mayor lucha armada que registra nuestro devenir, que satisfizo parte de las demandas sociales en ese espacio.
El ideal del Socialismo del Buen Vivir, sostén ideológico de la Revolución Ciudadana, es la tarea sustancial a construir en los nuevos años. Los desafíos de la industrialización básica, la construcción de la infraestructura vial, portuaria y energética, junto a una explotación responsable de los recursos naturales, las profundas reformas en la tenencia de la tierra y el perfeccionamiento de los servicios de salud, educación, seguridad y cultura cívica, lograrán la desaparición de la miseria primaria y funcional en nuestra tierra, objetivo vital en el cambio de la matriz productiva.
Al mismo tiempo, en el seno de la sociedad ecuatoriana y mundial, cunde la comprensión por la política soberana, del Estado ecuatoriano frente a las agresiones veladas y reales de grandes potencias y de las beligerantes trasnacionales de todo pelaje. Las ejecutorias del presidente Correa, que ha puesto al descubierto la complicidad de la gran oligarquía criolla con los poderes fácticos que flotan en el orbe, son luces para la defensa de la integridad y dignidad de la humanidad.
La integración acordada y que llevará a cabo la Celac apunta a fórmulas más comprometidas con las necesidades de socializar las instancias financieras, de modificar actitudes de organismos, en la búsqueda de la extinción del hambre y la miseria, consolidando un sistema de DD.HH. cercana a la realidad de estos lares y a los fines inextinguibles de la paz y el repudio a la guerra que se preconizaron precisamente en la última cumbre de la Comunidad Latinoamericana y del Caribe.
La ruta de liberación y de justicia trazada en estas décadas ganadas son trascendentales, pero no está exenta de tensiones y peligros, posiblemente los amos extranjeros y sus colaboradores vernáculos no acudirán al magnicidio ni al cuartelazo para dominarnos, emergiendo con otras vestiduras. Despojándose de las viejas, tintas en sangre, intentarán truncar el camino del progreso.
