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El Telégrafo
Melania Mora Witt

El año de Cuba

09 de enero de 2016

Aunque desde el triunfo de la Revolución, Cuba es noticia de primera plana, el año que concluyó fue espacio para una serie de hechos que constituyen reconocimientos históricos de la grandeza del proceso iniciado con el asalto al Cuartel Moncada. No existe antecedente de la permanencia en el poder de un proyecto de país por 56 años, a pesar de intentos de asesinato de sus líderes, invasión armada, bloqueo económico y sanciones diversas impuestas desde el poder imperial, que ha utilizado casi todos sus recursos a fin de liquidar la Revolución y, con ella, la posibilidad de un modelo de desarrollo distinto, inspirador, no solo para la región, sino para el mundo.

El propósito de aislar a Cuba fracasó y su reconocimiento explícito por parte del presidente Obama ha conducido a una lenta pero firme reanudación de los lazos diplomáticos entre Estados Unidos y la isla. Desde diciembre de 2014, en serios encuentros se han discutido al máximo nivel los problemas pendientes y los pasos necesarios para que la relación entre los dos países sea fluida y normal.

En ese ambiente se produjo la apertura, en solemnes ceremonias, de las embajadas de Cuba y Estados Unidos en La Habana y Washington. La isla caribeña fue eliminada de la lista de países terroristas, en la cual nunca debió constar, pues el único rubro que puede encabezar es el de la solidaridad con los pueblos del mundo, especialmente con los más pobres, a través de la presencia de sus médicos y personal de salud, que no solo están presentes cuando se producen catástrofes de diverso tipo, sino que ya están ahí, compartiendo dolores y esperanzas con los necesitados de la Tierra.

La reacción anticubana tiene razón al decir que Cuba no ha renunciado a ninguno de sus postulados para conseguir la nueva situación frente a Estados Unidos. Guiada desde los inicios por principios de dignidad y soberanía, su política exterior ha sido impecable. Prueba del reconocimiento mundial a esa actitud es el hecho de haber sido escogida como sede para la difícil tarea de encontrar la paz en Colombia.

Unicef acaba de entregar su informe acerca de la salud infantil en el mundo y nuevamente Cuba ocupa un lugar preponderante al corroborar que la muerte infantil en su país es menor a 5 por cada mil nacimientos, compartiendo ese sitial con los países más desarrollados del planeta.

Se ha iniciado en muchos aspectos una nueva etapa en el desarrollo histórico cubano. La gran potencia no ha olvidado su plan de liquidar el proceso revolucionario, aunque los métodos cambien. Vendrán por el deslumbramiento que la sociedad consumista procura, a más de la acción de ONG generosas para comprar conciencias. Deberá ser el pueblo isleño, que ha acumulado experiencia y valores, el que triunfe sobre estos nuevos retos.

Para salir airoso, necesita -además- el respaldo del resto de sus pares, especialmente del Tercer Mundo. La mejor forma de fortalecer el proceso cubano es luchando porque en nuestros países se mantengan o desarrollen regímenes progresistas que compartan el ideario trazado por nuestros comunes libertadores. (O)

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