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El Telégrafo
Samuele Mazzolini

El ambicioso Gatopardo de Florencia

18 de febrero de 2014

@mazzuele

El alcalde florentino Matteo Renzi, 38 años, se convertirá en pocos días en el  nuevo primer ministro de Italia. Su ascenso no se debe a la seducción ejercida en la izquierda por su coherencia ideológica o programática. En realidad, poco se sabe de las ideas de este astro naciente de la política del Bel Paese, excepto que no es particularmente valiente en la temática de los derechos civiles, no ha ni lejanamente advertido la necesidad de tomar distancia de las políticas económicas de la Troika, y ha manifestado la intención de desregularizar ulteriormente las protecciones laborales.

Hasta la cuestionada maniobra que hará de él el premier más joven de la historia del país, Renzi había más bien fundamentado su legitimidad en un ‘nuevismo mediático’, que le permitió ganar en diciembre las primarias abiertas para acceder al cargo de secretario del Partido Democrático (PD). Hace algunos años empeñado en ‘chatarrizar’ -su expresión favorita- la vieja clase dirigente excomunista y democristiana reunida bajo el estandarte del PD, Renzi había centrado su apuesta política en la necesidad de un recambio generacional, en una magnífica e innata elocuencia verbal que frecuentemente enmascara banales silogismos, y haciendo hincapié en la demanda más popular de esta delicada fase política: el deseo de erradicar las mañosas prácticas del desastrado sistema político italiano, colmando el vacío entre los palacios de la política y la ciudadanía. Finalmente, cereza del pastel, Renzi había sabido proyectarse como líder decisionista y moderno, uniendo un desenvuelto uso de términos en inglés -idioma que, sin embargo, habla apenas- a una supuesta cultura proactiva del ‘hacer’.

El ‘nuevismo mediático’ que, al contrario del aspecto ideológico, no había presentado hasta ahora ambigüedades aparentes, se ha derrumbado ruidosamente la semana pasada. En vez de sacar la nueva ley electoral y volver a las urnas, Renzi ha decidido ponerse a la cabeza de ese oprobio político que es la alianza con la derecha, réplica mediterránea de la ‘Grosse Koalition’ alemana que tanto gusta a los mercados.

Renzi centra su apuesta política en  un recambio generacional, en una magnífica e innata elocuencia verbal que enmascara banales silogismos.Exhortado con mal celada arrogancia Enrico Letta, vicepresidente de su mismo partido, a dimitir de jefe de gobierno, Renzi ha recibido ayer el encargo para tomar su lugar. Un atajo para llegar al poder digno de los que ha vehemente criticado por años, aprovechando de apenas 1,9 millones de votos obtenidos en las primarias de partido para convertirse en el premier de un país de 60 millones de habitantes. Una perfecta maniobra política que contradice abiertamente las palabras del mismo Renzi de hace pocas semanas.  

La exitosa imitación que, desde hace meses, un cómico genovés va haciendo de Renzi había capturado la esencia del personaje. Exacerbando su acento florentino y sus tics, el comediante se burla proyectando a Renzi como un orador de la nada, capaz de juntar frases desconectadas pero atractivas que embrujan el elector sin tener algún significado concreto. En fin, un Gatopardo sediento de poder que aparentemente quiere cambiarlo todo para que todo siga igual.

Qué pena que los electores de izquierda, ansiosos de encontrar un líder capaz de hacer frente a Berlusconi, hayan prestado poca atención a la sagaz advertencia lanzada por el cómico y escogido uno que trágicamente le asemeja.

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