Entrevisté en mi programa radial a Antonio Escohotado, conferencista español invitado por una de las casi ignoradas cámaras de la producción de nuestra ciudad; venerable anciano, con apasionada fe en el libre comercio; detractor de todo aquello que huela a izquierdismo, pues para él no es nada más que comunismo disfrazado; pero a su vez un ferviente defensor de la desregularización del consumo de ciertas drogas. Rara, pero no imposible coexistencia de creencias entre los modernos fundamentalistas del capitalismo.
Escohotado dice que “el ánimo de lucro ha sido el motor moral de la historia” y defiende esta mordaz idea declarando que el capitalismo ha producido más márgenes de ganancia empresarial, más dividendos para los inversores y más logros sociales, lo cual nos acerca a la ‘gran sociedad’ que fue la promesa de Adam Smith; asumiendo que este progreso material fue generado por una eficiencia en el empleo de los recursos, gracias a un sistema de libertades y garantías conocido como Estado de derecho.
Adam Smith decía: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que nosotros recibimos nuestra comida, sino porque ellos tienen su propio interés”. Entonces este mercado empareja la energía de individuos básicamente egoístas, que piensan solo en ellos, para producir armonía social. Y de alguna manera concluía que debemos asumir lo peor de la gente, que siempre piensan solo en ella misma, si queremos construir un sistema económico perdurable. Y se nos dice que el comunismo ha fallado porque negó este instinto humano y manejó la economía asumiendo que todos carecían de egoísmo o, por lo menos, eran muy generosos.
Es verdad que el interés propio es la más poderosa característica de los seres humanos, pero no es ni el único, ni siquiera el mayor motivador. De hecho, si el mundo estuviera lleno de egoístas, ya nos hubiéramos detenido, pues estaríamos dedicando todo nuestro tiempo a trampear o a tratar de atrapar a los tramposos y a castigar a los que atrapamos. Asume lo peor acerca de la gente y conseguirás lo peor de ella.
Pero el mundo realmente trabaja de otra manera porque la mayoría de la gente no somos los agentes totalmente egoístas que creen que somos los economistas del libre mercado. Sería necesario construir un sistema económico en el que, reconociendo que la gente es a menudo egoísta, sin embargo, se pueden explotar otros motores que mueven a los seres humanos, para obtener lo mejor de dichas personas. De lo contrario, es imposible mantener un sistema absurdo, donde los asalariados han perdido la propiedad sobre el resultado de su trabajo y los fanáticos del capitalismo están dominados por un insaciable proceso de acumulación.
El mundo realmente trabaja de otra manera porque la mayoría de la gente no somos los agentes totalmente egoístas que creen que somos los economistas del libre mercado.