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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Educar sobre los miedos

30 de octubre de 2021

La capacitación a un grupo de estudiantes mientras realizábamos una visita de campo a la selva tropical húmeda me dejó una enseñanza que transmito cada vez que tengo la oportunidad. Mientras hacían bromas los alumnos sobre bichos y musarañas, alguien dijo que había visto una culebra. Una de las jóvenes del grupo salió corriendo a una velocidad que era raro ver en un ser humano. No paró de correr hasta que se perdió de vista. Fue necesario ir a buscarla y tranquilizarla.

Enseñar sobre las fobias o miedos dentro de nuestra clase es muy importante. Los profesores debemos educar sobre los diversos grados de ansiedad o temor que los seres humanos experimentamos. Tenemos que preguntar a nuestros alumnos: ¿Afectan negativamente los altos niveles de miedo en la capacidad para vivir o aprender? ¿Pone en peligro la vida la falta de comprensión sobre los miedos paralizantes? En este artículo, discutiré el papel del miedo en la vida de las personas, e identificaré las formas en que los educadores pueden enseñar sobre el tema para conseguir una comunidad respetuosa de los miedos de los demás.

¿De qué se asustan las personas? De las serpientes. De las alturas. De las arañas. De los rayos y truenos. De los temblores. De las turbulencias en el avión. De hablar en público. De estar en un lugar cerrado... y de muchas cosas más.

Todos nos asustamos y todos tenemos diferentes umbrales de ansiedad frente a lo que nos produce miedo. Sea por lo que sea, las fobias hacen que nuestros cuerpos reaccionen. La cara se pone pálida. El corazón palpita a toda velocidad. Las palmas de las manos sudan. Los músculos se ponen rígidos. Las rodillas tiemblan. Si una persona experimenta estos síntomas es porque tenemos en nuestro cerebro, desde antes de ser homo sapiens, un sistema de alarma que ha ayudado a sobrevivir a la especie humana. Cuando se activa ese sistema, el estímulo entra por la vista, el oído, el gusto, el tacto y envía una señal al cuerpo que suscita una respuesta inmediata caracterizada por que la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración aumentan considerablemente.

“Podemos aprender mucho de los animales sobre cómo respondemos cuando estamos asustados. Cuando un animal tiene miedo, su cuerpo se congela y las hormonas del estrés ingresan a la sangre. Entre las especies esto es útil porque un depredador potencial no puede ver una presa si no se está moviendo. Por lo tanto, quedarse quieto puede salvarle la vida. Y el aumento de la frecuencia cardíaca y las hormonas del estrés preparan al cuerpo para huir”, dice Ainissa Ramírez en su artículo “La ciencia del miedo”, publicado en Edutopia.

Una fobia es un evento de angustia que puede llevar a las personas al shock. Los miedos son un problema de salud mental por más irracionales que parezcan. Por ello, no se debe hacer bromas ni poner presión a los que las sufren. Enseñe a sus estudiantes para que traten de entender los miedos que experimentan ellos mismos y los de las otras personas. Discuta en clase sobre este tema y sobre la experiencia de vivir con fobias y cómo estas afectan a la vida de las personas. Logre generar empatía y permita que descubran que existen tratamientos para los miedos, y que es posible superarlos.

Los estudiantes pueden aprender a calmar a personas que tienen fobias, a sacarlas de la situación de crisis, a enseñar ejercicios de respiración para ayudarlas a sentirse más seguras cuando entren en pánico. Será reconfortante para el o la que experimenta una fobia saber que puede contar con una persona cercana que sabe qué hacer.

El tema de las fobias puede ayudar a promover la equidad y la inclusión en el aula. Sobre todo porque en clase también se producen miedos como el de hablar en público, el que se rían de uno, el de sentirse diferente... El/la profesor/a debe convertirse en un modelo de consideración hacia los demás. Si los estudiantes observan en sus maestros/as a personas tolerantes y respetuosas que tratan de estimular el conocimiento y la comprensión sobre los miedos y las diferencias, todos se sentirán más seguros y valorados en clase. Una comunidad educativa más consciente de captar señales se vuelve más intuitiva y proactiva para ayudar a sus miembros y, por ende, más igualitaria.

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