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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Ecuador y el imperio narcotraficante

11 de diciembre de 2014

La fuerza pública ecuatoriana acaba de asestar un duro golpe al narcotráfico internacional, capturó dos avionetas dedicadas al jugoso e ilícito negocio, una de ellas con bandera norteamericana. Fue igualmente detenida una docena de traficantes colombianos, mexicanos y ecuatorianos. Al decir de las autoridades, el criminal alijo incautado es de una tonelada y cuesta millones de dólares en el mercado internacional. Se asegura que el grupo pertenece al cartel de Sinaloa, que junto con Los Zetas y otros inundan  de sangre y horror a la querida nación azteca. Con motivo de este evento, no faltan voces de la oposición política que, invocando el tema de la falta de seguridad en el país, aseguran que Ecuador está en vías de convertirse en un Estado narcotraficante.

Cierto que este azote universal tiene asiento en numerosos países del globo. Lo que nunca se dice o generalmente se olvida o se soslaya por complicidad es que el primer Estado narcotraficante del mundo son los Estados Unidos de Norteamérica. La prueba más contundente es que el mayor mercado de consumo de cocaína, heroína, marihuana, LSD y cualquier otro estupefaciente que se produce en cualquier parte del planeta, tiene mercado asegurado allí, en el seno de la gran potencia, cuyos hipócritas discursos condenando el narcotráfico los conocemos todos.

Y sin embargo no hay un solo capo norteamericano que guarde prisión ni cuyo nombre se haya divulgado por los grandes medios yanquis. No puede haberlos ni darse este tipo de denuncia, pues ese día se derrumbaría la economía norteamericana con más estruendo que la explosión de las Torres Gemelas. Esto por el hecho estudiado y divulgado por analistas del propio país, según los cuales, en la banca estadounidense circula una cifra de infarto: quinientos mil millones de dólares, provenientes del narcotráfico y su par, el lavado de dólares, sin que la Reserva Federal (esa caricatura de banco central) ejerza control alguno, pues no es un banco del Estado sino una entidad cuyos accionistas, desde siempre, son los bancos privados.

Las mafias de traficantes de drogas están perfectamente enlazadas con la red de traficantes de armas, en tanto que Estados Unidos es el primer vendedor de armas en el mundo y carece de leyes para el control de ventas de estas máquinas mortíferas, pues la poderosa Asociación del Rifle, donde comen juntos republicanos y demócratas, jamás permite que se dicten normas para castigar este otro tipo criminal de tráfico. México y Colombia son dos de los mercados preferidos por los traficantes de armas. Además, es bueno saber que el principal aliado de los yanquis en la bárbara guerra de Afganistán es la Alianza del Norte, principal mafia mundial en el cultivo y tráfico de heroína. Con todo lo cual Sinaloa, Cali, Medellín y otros nombres geográficos no son sino máscaras usadas por Norteamérica para engatusar a los incautos, mientras sus propios capos permanecen desconocidos y son intocables.

A propósito del caso ecuatoriano, hay que recordar que en 1999, Jamil Mahuad, mientras nos hundía en la miseria y la emigración mediante el feriado bancario, suscribió la entrega a Estados Unidos de la base de Manta con el pretexto de perseguir al narcotráfico. En los diez años que permanecieron aquí, hasta ser expulsados por el gobierno de Rafael Correa, los gringos se dedicaron a hundir barcos pesqueros  ecuatorianos, a espiar a favor del Plan Colombia y a reprimir la insurgencia en ese país. Justo en esa década, Ecuador se convirtió en plaza importante del narcotráfico. Una prueba más de que el gran negocio es  negocio del imperio norteamericano.

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