Hay que disminuir, detener y cambiar el interés egocéntrico, narcisista, egoísta, prepotente, abusivo, acaparador y destructivo que irrespeta los derechos humanos y de la naturaleza, que está conduciendo a la autodestrucción de la especie humana. El cambio comienza en cada ser humano que toma conciencia de su comportamiento estúpido y suicida.
Se requiere un cambio hacia una salud integral: corporal, emocional, mental, espiritual y social de sí mismo y de los demás que cuide el medio ambiente y la naturaleza. Los enemigos a vencer son las acumulaciones de bienes sin utilizar (dinero, propiedades, vehículos, etc.); comer en exceso, la comida chatarra y la obesidad; deficiencia de valores éticos, morales y espirituales.
El problema es el desequilibrio y la exageración. La clave del cambio se encuentra en la mesura, la austeridad, el equilibrio interno y externo. En definitiva, la justa cantidad y calidad, pues el exceso hace daño.
Los empresarios que en exceso explotan a la persona, madera, pesca, agricultura e industria es insostenible, se les puede acabar el negocio. La libre importación de vehículos atenta contra el equilibrio económico y el medio ambiente. La libre producción, comercialización y consumo de drogas que enriquece a unos pocos destruye sociedades y países.
Los empresarios que pagan muy pocos impuestos y evaden sus pagos causan desequilibrios sociales, pues sus excesivas ganancias son un insulto a la dignidad humana.
La ineficiencia y la burocratización del trabajo privado y público constituyen un desperdicio de recursos. El consumismo, inducido por la propaganda pagada por los comerciantes, es un hábito compulsivo de comprar productos innecesarios, conduce a un endeudamiento y estrés de la mayoría de las personas, comunidades y países, incluido Ecuador.
El límite de los intereses personales y privados debe ser el interés y el bien común, el respeto de los derechos de los demás, el medio ambiente y la naturaleza. (O)