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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Dos pobres hermanitos, sin nadita que comer

08 de septiembre de 2016 - 00:00

Dicen que hasta los más ricos pueden conocer el sabor de la miseria, así, como en el poema satírico de Rafael Pombo, de la pobre viejecita que no tenía nadita que comer sino carnes, frutas, dulces, tortas, huevos y dulces y más dulces.

Así hubo dos hermanos, en la vida real. Fueron Langley y Homer Collyer, millonarios neoyorquinos. Vivían en Harlem, cuando el barrio era de blancos ricos, aunque luego se convirtió en un distrito afro. Esto no afectó a los adinerados hermanos que simplemente se encerraron en su mansión. Y así firmaron su sentencia de muerte.

Los Collyer jamás trabajaron, ni sufrieron angustia alguna, excepto encontrar una cura para la ceguera de Homer.

Este dúo excéntrico sufría de una obsesión: llenar sus vacíos emocionales más profundos. Y por eso gastaban su fortuna en infinidad  de chucherías, instrumentos quirúrgicos, musicales, vestimentas, y  relojes. Como si fuera, poco Langeley recopilaba todos los periódicos posibles y los amontonaba por  la casa para construir laberintos, pasadizos secretos, túneles de comunicación y trampas para que ningún extraño irrumpiera su fortaleza de basura.

Langley, además, almacenaba todos esos diarios con la esperanza de que un día su hermano los leería al recuperar la vista. Confiaba en los milagros de la vitamina C y le hacía beber al día varios litros de jugo de naranja.

Al final acumularon cientos de toneladas de chucherías que terminaron sepultándolos. Un día Langley se equivocó de ruta en su laberinto, accionó una trampa y fue aplastado por varias toneladas de basura en su ratonera. Homer, ciego, desprotegido y sin el cobijo de su hermano, agonizó durante varios días. Murió de hambre y sed horas antes de que la policía y los bomberos pudiesen llegar hasta su rincón.

No se podía acceder a la vivienda por puertas o ventanas por las descomunales cantidades de basura que bloqueaban accesos. Entonces perforaron la azotea para buscar a los hermanos que días atrás ya no eran vistos por sus vecinos. Al cabo de 6 horas de escarbar entre el caos, se encontró el cuerpo sin vida de Homer. Langley fue hallado dos semanas más tarde entre la basura y roído por las ratas. Eran los dos hermanos más ricos de todo Harlem, cuando el barrio era de gente rica. El edificio fue derrumbado y en su lugar hay 9 árboles, en un pequeñito parque que lleva sus nombres.

Los hermanos Collyer son una metáfora del mundo actual que acumula y acumula y un día… En fin: ya hemos pisado la trampa del crecimiento económico.

En ajedrez, como en la vida, el final aparece donde menos se espera:

                                                                   1… Cg4+
                                                                   2: pxg4; Ae5+
                                                                   3: Rh3;  Dg3 mate

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