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El Telégrafo

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Donoso pareja y el luminoso resplandor

20 de marzo de 2015

Miguel Donoso Pareja es, sin duda, uno de los grandes escritores ecuatorianos de todos los tiempos. Pero además, Miguel siempre fue un hombre extremadamente generoso y honesto. Y tremendamente crítico y autocrítico, en su vida, su escritura y en los talleres que coordinaba.  

La crítica que Miguel ejercía, dura, áspera, pero también cargada de ironía, se sostenía en la ética. Es decir, en una lectura objetiva del texto, sin esa carga impresionista del ‘me gusta’ o ‘no me gusta’. Hecho que resintió a muchos, sobre todo en quienes se creían ya ‘escritores consagrados’. Y por eso también -por la ética- en su creación y en su militancia política nunca hizo concesiones.

Y no se trata de que ‘no hay muerto malo’. No. Por el contrario, es poco, y tarde, para reconocer los méritos artísticos y personales de Miguel. Es más, el propio Estado poco ha hecho para valorar, en su justa medida, las trayectorias de vida de una gran cantidad de artistas que dedicaron toda una vida a la creación artística. Y, al parecer, ya nos acostumbramos a que el Estado llegue mal y tarde.

El propio Miguel afirmaba, en 2012: “Hay en el Ecuador lo que me parece insólito, gente que escribe, y que lo hace bien. Y digo insólito porque no hay estímulos para los escritores, ni para los jóvenes ni para los viejos”. Es cierto, y por eso es lamentable que el Ministerio de Cultura no haya cumplido con el compromiso del ministro Francisco Borja, realizado hace casi cuatro meses,  para reanudar los talleres que Miguel coordinaba en Guayaquil. Nunca comprendieron que nuestros escritores son patrimonios vivos frágiles y, por tanto, hay que actuar con eficiencia y oportunidad. Ahora todo ‘homenaje’ será tardío -y en este caso, inútil- pues como dice la sabiduría popular: En vida, hermano, en vida.

Miguel también fue uno de los mayores promotores de la literatura ecuatoriana en el mundo. Y además ejerció, en México y Ecuador, el periodismo. Sus crónicas de la cobertura del Mundial de Futbol México 70 son aún recordadas en el país azteca, aunque desconocidas en Ecuador. Y después, cuando los dueños de una revista en Guayaquil le presionaban por la venta de los ejemplares, prefirió dejar el periodismo antes que someterse a los mandatos del vil negocio de la información. Por ello, en ese mismo 2012, afirmó categórico: “Los medios de comunicación han barrido casi todo signo de inteligencia, hay programas de televisión que son una verdadera afrenta a la dignidad humana. En este contexto, es un milagro que existan escritores en este país”.

Quienes tuvimos el privilegio de ser sus alumnos guardamos por Miguel una enorme gratitud y un cariño excepcional. No solo porque nos enseñó a leer y a escribir mejor, a distanciarnos de nuestros textos, sino, sobre todo, porque nos enseñó a ser ciudadanos honestos y críticos. O mejor, como bien ha dicho Fernando Balseca: “Su afán no era hacer de los escritores personas envanecidas con sus logros artísticos, sino autores responsables y conscientes de la eficacia de las palabras”.

Nos quedan sus libros, novelas, cuentos, poemas, crónicas, sus notas críticas y ensayos, que deben ser publicados y difundidos. Pero -lo que es más- nos queda su actitud, su honestidad intelectual y su profundo -y crítico- amor por todo lo vivido y todo lo inventado.

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