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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Discriminación extrema en medios hegemónicos de comunicación

11 de abril de 2014

La Asamblea Nacional ecuatoriana estudia en estos días los mecanismos de discriminación que se dan en los medios de comunicación. Estos son a veces sutiles y otras groseros y semiabiertos; el ejemplo de Argentina -que por ser de la región es familiar al resto de Latinoamérica- en estos días clama al cielo por los extremos a los que ha llegado.

Ha habido, por fortuna, solo un caso de muerte en todo el país por lo que se ha denominado en los medios ‘linchamiento hacia delincuentes’. Pero si uno lee los diarios o ve televisión, cree que los linchamientos en Argentina se han vuelto tan cotidianos como tomar el desayuno o salir a pasear al perro. Con una liviandad patética, apelando a ‘columnistas’ ignorantes que son simples chimenteros de la vida íntima de la gente afamada, se habla de un tema tan delicado como es el de la vida y la muerte, y el de ataques brutales por mano propia contra pequeños rateros, en casos que recuerdan -por su estilo- a la ‘Hoguera Bárbara’ que acabó con la vida de Alfaro en Ecuador.

Sectores de clase media, exaltados ante delitos que la televisión engrandece y multiplica minuto a minuto, hora a hora y día a día, han decidido golpear por sí y castigar a quienes han delinquido en la calle, o a quienes ellos creen que lo han hecho. Por supuesto no a los que delinquen más pesadamente, pues esos están armados y no se los puede atacar. Solo a los más vulnerables, los autores de delitos más pequeños, a los que se castiga a patadas y en patota, de una manera salvaje que los medios, en vez de calmar y condenar, se dedican a azuzar y promover.

Esa ‘ley de la selva’ solo puede ser aceptada y exaltada por una serie de irresponsables que, munidos del poder mediático, usan políticamente y a corto plazo un tema tan delicado para desestabilizar a un gobierno popular y legítimo e instalar la idea de caos y de inseguridad pública, fomentando la violencia social de manera permanente y ostensible.

Claro que los grandes ladrones no están siendo ‘linchados’, lejos están de los golpes y del sufrimiento y la violencia a que ellos exponen al resto de la población. Uno solo de los grandes delitos financieros hace dinero por 10.000 robos callejeros y colabora a producir la pobreza e indefensión con cuya base tales delitos callejeros son cometidos.

En algunos casos, los medios mismos son los hacedores de esos negocios sucios, como ocurriera con varios de los principales grupos mediáticos argentinos en complicidad con la dictadura de Videla. En otros, los robos a gran escala son perpetrados por personajes como Luis Barrionuevo, un corrupto público y confeso, que en estos días llama a un paro sindical pro patronal, apoyado por la oligárquica Sociedad Rural Argentina. Tamaño personaje es presentado como respetable por los grandes medios, que fingen desconocer sus impresentables antecedentes, en tanto por ahora él les sirve en su tarea de esmerilar al Gobierno.

Allí, la discriminación se muestra en sus extremos: a los grandes ladrones la gloria, a los pequeños rateros la muerte.

Esa es la política de los medios hegemónicos en la Argentina, acorde a patrones deleznables que, seguro, no son solamente los de ese país.

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