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Fausto Segovia

Digresiones sobre los opinólogos

12 de junio de 2019

En los medios –sobre todo impresos- aparecen los opinólogos denominados también analistas, que ofrecen sus puntos de vista al público con una carga o sobrecarga de adjetivos y pocos argumentos, que deleitan, en casos, o nos hacen perder la paciencia.

¿Se acuerdan de los artículos de “Labriolle”? Era el pseudónimo de José María Velasco Ibarra, expresidente del Ecuador. Y otro, asimismo, emblemático: Raúl Andrade, precursor del periodismo político, autor de la inolvidable sección “Claraboya”, y Alejandro Carrión, el célebre escritor que hizo historia con “Juan sin cielo”; Jaime Chávez Granja, Humberto Vacas Gómez y Jorge Salvador Lara –para citar unos pocos-. Y en el Austro, el polémico Manuel J. Calle –conocido como el “Tuerto Calle” -crítico, sociólogo, político y periodista cuencano- que escribió como “Ernesto Mora” y “Enrique de Rastignac”.

Estos autores dieron lustre al género de opinión en el siglo XX, que nació siglos antes con Eugenio Espejo y su periódico Primicias de la Cultura de Quito, y en el siglo XIX, con Juan Montalvo, un verdadero ícono, quien estigmatizó con su pluma a García Moreno.

La “opinología” es un neologismo; no es una ciencia. El “opinador” –en rigor- es un disertante. El trabajo no profesional de los opinólogos, en cambio, se caracteriza por la utilización de lugares comunes, preconceptos y prejuicios, que distorsionan el mensaje y agudizan los problemas. Existen opinólogos para todos los gustos y sabores: políticos, económicos, sociales, oficialistas, de oposición, de izquierdas y derechas, o ambidiestros.

Los opinólogos son hábiles con la palabra; no son penalistas pero juzgan a las personas antes de la sentencia, y en ocasiones se comprometen con la justicia; no son economistas, pero parten de diagnósticos y datos no verificados; no saben de política, pero hablan sin sentido, sin haber leído a Aristóteles ni a Montesquieu. Son reduccionistas. Y lo peor es que los opinólogos escriben sobre lo que desconocen. Y este es un pecado mortal. El próximo miércoles, más sobre este sabroso género. (O)

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