Ecuador, 17 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Daniela Ángela Leyton Michovich

Despedirse y recordar

29 de octubre de 2021

Mesas con dulces, escaleras de galleta, panes de muerto, bebidas, coladas, comida, cigarrillos, velas, retratos, flores, bandas de pueblo, son algunos de los elementos comunes presentes en el día de los muertos en la región latinoamericana, festividad en la que los afectos invitan a recordar a seres queridos que han dejado el mundo material. En general existe una  variedad de prácticas rituales vinculadas a la muerte. Por un tema de espacio,  rescataré hoy apenas tres prácticas de despedida y de memoria con la intención de poner un acento en la riqueza de nuestra diversidad.

Empecemos por la zona andina y la práctica de los juegos mortuorios. Al respecto investigadores como  Mauricio Mamani y William Carter (1989) relatan la dinámica de la Pisca un juego que suele celebrarse con la finalidad de distraer el alma del difunto para que ascienda a los cielos. La actividad consiste en cinco días de fiesta combinada con rezos y acompañadas del juego de la taba (hueso de cordero), durante esta festividad es la familia doliente la que brinda la comida y la bebida a los asistentes. Una vez finalizada la fiesta, los allegados llevan al rio  la ropa que pertenecía al difunto para lavarla y asi despedirle.

Otra ceremonia es la que se lleva a cabo con las ñatitas (cráneos de difuntos que pueden pertenecer a familiares o bien a un desconocido abandonado) mismas que son vestidas y ataviadas con sombreros, coronas de flores, gafas de sol y adornos para ser exhibidas sea dentro de una vitrina pequeña o directamente sobre una mesa con un lindo mantel. Una vez ubicada, la ñatita porta un cigarrillo encendido en la mandíbula y es rodeada por hojas de coca. Estas ñatitas fungen como una suerte de santo de protección. Una ñatita famosa es la que se encuentra en el cementerio de la ciudad de Potosí (Bolivia)  la llaman “la ñatita del T'ojlito milagroso don Feliciano Berno” cuyo cráneo tiene un altar al que nunca le faltan flores, velas, cigarrillos encendidos,vasos con bebidas y placas de agradecimiento.

Si pensamos en la cultura afro, encontraremos los alabaos o cantos funerales que van  acompañados de velas y tambores. Estas melodías se entonan para despedir el alma del difunto, a veces la letra de la canción puede rezar pasajes de la vida de quién se ha marchado. Llegado el noveno día, se instala el silencio, se apagan las velas, se cierran las ventanas y las puertas para permitir que el espíritu abandone el apego terrenal.

Las prácticas se crean y enriquecen con la finalidad de ayudarnos a sobrellevar el duelo, nos invitan a imaginar que al menos una vez al año nuestros seres queridos regresan para acompañarnos, a la vez, nos permite comunicar lo que sentimos y pensamos que nos ha faltado decir, sea mediante el canto, la oración o las flores, para así despedirnos seguros de contar con la bendición y protección espiritual de quienes nos han dejado.

Contenido externo patrocinado