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¿Democracia en retroceso? Ecuador y el espejo del Socialismo del Siglo XXI
20 de julio de 2025La democracia no se mide solo por la realización de elecciones, sino por la calidad de las instituciones, la vigencia del Estado de derecho y el respeto a las libertades fundamentales. Respecto a Ecuador, los indicadores democráticos muestran señales de alerta preocupantes que los ciudadanos y las autoridades de turno no deberíamos ignorar.
Según Freedom House (2025), Ecuador ha pasado de ser un país “libre” a “parcialmente libre”, debido principalmente al debilitamiento del sistema judicial, restricciones a la libertad de prensa, y el aumento de la violencia organizada que interfiere gravemente en los procesos y espacios políticos. De otro lado, el Índice de Democracia de The Economist lo ha ubicado como un “régimen híbrido”, una categoría compartida con países donde las instituciones son formales pero su funcionamiento real es deficiente, disfuncional o manipulado.
La concentración de poder instituida con la Constitución de 2008 -herencia embustera del correato-, sigue pesando. Durante una década (2007-2017), el Ejecutivo fiel a los postulados del fracasado Socialismo del Siglo XXI dominó organismos clave como el CPCCS, el Consejo de la Judicatura, y el CNE. La justicia fue cooptada y usada como arma para acallar opositores, y la Ley de Comunicación sirvió más para silenciar voces incómodas que para regular. Aunque esa ley ha sido reformada, el ecosistema mediático aún sufre los efectos de una época de abuso y asfixia.
Tampoco se puede orillar la inseguridad. En 2023 y 2024, varios candidatos fueron asesinados, y el crimen organizado ha permeado la política local, cooptando espacios democráticos a través del miedo y la amenaza. La ciudadanía, además, desconfía de las instituciones, percibe ausencia de control y corrupción, y ve cómo la ley es burlada en beneficio de intereses oscuros.
En América Latina, varias democracias se desmoronan, pero hay excepciones que pueden inspirar cambios: Uruguay y Costa Rica se mantienen como democracias plenas, mostrando que sí es posible preservar la institucionalidad en provecho ciudadano.
Hoy más que nunca necesitamos fortalecer el Estado de derecho como principio central de toda democracia que se basa en la supremacía de la ley, la igualdad ante la ley, y el respeto a los derechos y libertades fundamentales, como pieza clave del sistema democrático, porque si normalizamos el retroceso, podríamos tener más autoritarismo, arbitrariedad e impunidad.