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El Telégrafo

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Antonio Quezada Pavón

Declaración de Guaranda

18 de septiembre de 2014

Se reunieron en Guaranda 16 alcaldes y 4 prefectos de los 221 alcaldes y 23 prefectos que hay en las 24 provincias del país. Ninguno de los asistentes representaba a Alianza PAIS o a algún movimiento político que tuviera convergencia con el Gobierno, como era obvio que sucediera. Lo raro fue que también excluyeron a una de las tendencias que proclama ser la segunda fuerza electoral, a pesar de ser claramente de oposición y de recalcitrante derecha.

Resolvieron desde el inicio conformar una comisión que coordine las reuniones futuras, lo cual significa que tácitamente conforman un grupo elitista de poder (recuerden que son alcaldes y prefectos) que asume la representatividad del 50% del país, como lo indica el prefecto del Azuay, Paúl Carrasco, pues son las veinte autoridades seccionales de las grandes ciudades y provincias que tienen unos 7 millones de habitantes. Y eso les da, aparentemente, el derecho a elaborar la Declaración de Guaranda, cuyos 12 acuerdos no tienen nada de propositivos, sino más bien son una proclama de poder y oposición.

¡Y eso es poliarquía! La cual ha evolucionado hacia un concepto activista que sirve para crear un gobierno por parte de muchos grupos, en este caso un grupo elitista y excluyente de autoridades seccionales de oposición, que eventualmente sirva como una alternativa filosófica a la democracia liberal. Parten de la idea que la genuina unidad es un ideal imposible y que el gobierno de muchos se desarrolla por medio de múltiples élites que representan a diferentes comunidades dentro de la comunidad política.

Algunos planteamientos de la poliarquía (gobierno de muchos) están opuestos a la democracia (gobierno del pueblo) considerando que la participación directa del pueblo es un ideal imposible (y tal vez tengan razón, dada la dificultad de una real participación ciudadana), por lo cual solo podemos alcanzar un sistema formal de selección de élites para las labores del Gobierno.

Así lo describe Mark Curtis, historiador y periodista británico: “Un sistema en el que un pequeño grupo gobierna y la participación de las masas se limita a elegir dirigentes en elecciones dominadas por élites que compiten”. Simón Pachano, el notable politólogo ecuatoriano, aclara mejor este concepto en forma brillante: “Un planteamiento tan sencillo como ese reconoce las tres herencias que alimentan a las democracias contemporáneas: el gobierno del pueblo, proveniente de la antigua Grecia; la responsabilidad de los mandatarios junto a la responsabilidad del ciudadano, propias de la tradición republicana;  y la plena vigencia de las libertades y los derechos, como imaginó el liberalismo en su oposición al absolutismo”.

¿Pero qué es lo que buscan al crear estos grupos de poder? Para Robert A. Dahl, la validación empírica muestra  que cuando el poder político se encuentra distribuido entre diversos grupos en competencia, estos actúan como poderes de contrapeso, impidiendo así la acumulación de poder y recursos en pocas manos.

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