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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Cultura de las ciencias

14 de diciembre de 2014

Una de las tareas para un cambio de la matriz cultural es asignarle la debida importancia a las ciencias y la tecnología, deshaciendo la dicotomía entre ciencia y cultura, entendida esta solo como arte y humanidades. La ciencia y la tecnología también son parte de los valores culturales y del patrimonio cultural de la sociedad y clave para el desarrollo.

El fraccionamiento es artificial debido al predominio de la formación dogmática en desmedro de la experimental. Hay que deconstruir paradigmas dogmáticos y ofrecer el método científico que abre la mente a todas las dimensiones de la cultura, lo que beneficia especialmente a la juventud, hoy más seducida por el deporte, la música, la danza y el arte en general, y lograr que también en Ecuador, donde hay tanto talento creativo para la informática y otras ciencias y tecnologías, encuentre en ellas una vocación digna.

Coadyuvaría que la prensa en particular estableciera un espacio para informar sobre lo que ocurre en las academias, que vaya generando interés de la juventud por el conocimiento de la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las matemáticas, la historia, la literatura, fundamentos de transformación de la sociedad. Falta profundizar más en una cultura de lo positivo, estimulante, esperanzador. Más pan cultural y menos circo en los medios.

La Academia Nacional de Historia ha querido contribuir a este cambio de cultura ampliando sus propios horizontes, más allá de la historia de las batallas y de los héroes, y ocupándose de todos los campos de la cultura en general, y en específico, de la historia de las ciencias y del pensamiento científico. Por ello organizó, con el patrocinio de Yachay EP, el Primer Simposio de Historia de las Ciencias y el Pensamiento Científico en Ecuador, los días 24 y 25 de noviembre, al que se inscribieron 173 personas y varias más asistieron.

La agenda fue intensa, con 12 ponencias de connotados expositores científicos de diferentes especialidades, relacionados unos con la historia de la salud: médicos de la genética, biología de reproducción, diabetología, neurología, pediatría; otros relacionados con la historia de las matemáticas, la química, la física, las ciencias de la Tierra y la informática: un matemático, una química, un agroquímico ambiental, un geólogo y un doctor ingeniero.

Uno de los asistentes, el doctor Richard Dávila, exitoso ingeniero ecuatoriano, autor de varias patentes, quien estaba de paso en Quito, antes de regresar a EE.UU. donde reside, quiso contactarse con la Academia para expresar sus felicitaciones por la iniciativa y reiterar lo que manifestó en una de las conferencias: “Me parece imperativo que en el país que tanto amamos, promulguemos no solo una cultura científica, sino también una cultura de ingeniería. Esta última es generadora de propiedad intelectual con un valor agregado que, en el caso de la tecnología digital, es enorme y de corto plazo. Es, por tanto, el mecanismo de financiamiento obvio para los proyectos más ambiciosos, quizás más universales, de largo plazo”.

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