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El Telégrafo

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Cuestionamientos al sistema interamericano

11 de junio de 2012

La OEA nació en 1948 como culminación del “panamericanismo” impulsado por EE.UU. En la coyuntura respondió a la experiencia de la II Guerra Mundial (1939-1945), procurando la unidad continental ante amenazas externas o conflictos internos. Pero, de inmediato, se convirtió en un instrumento de la “Guerra Fría” para salvaguardar las “democracias” en América contra el supuesto “peligro comunista”.

Por eso, a partir del triunfo de la Revolución Cubana (1959), la OEA fue, sin empacho alguno y con gobiernos latinoamericanos incapaces de imponer la soberanía nacional, un abierto instrumento pronorteamericano y anticubano; y, como se experimentó en las siguientes décadas, orientado por sospechas políticas contra los gobiernos progresistas, democráticos o de izquierda latinoamericanos, al mismo tiempo que ineficaz para enfrentar la avalancha de dictaduras militares sanguinarias y gobiernos de ultraderecha represiva en la región.

El TIAR (1947) también nació para integrar a las Fuerzas Armadas continentales en la preservación de la “seguridad” americana; pero igualmente, en plena “Guerra Fría” pasó a ser el instrumento de continentalización armada contra el “comunismo”, lo cual fue más grave aún para América Latina, porque en esa lucha los militares pasaron a ser actores políticos con golpes de Estado y dictaduras terroristas. Y desconociendo al propio TIAR, mientras en América Latina se apoyó a Argentina, en la guerra de las Malvinas (1982), EE.UU. apoyó a Gran Bretaña.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) nació como un órgano de la OEA para la promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano. Si bien ha atendido con mayor respetabilidad su misión, el enfoque de derechos que mantuvo resulta hoy desactualizado.

El cuestionamiento radical a la OEA y al CIADH en la reciente 42 Asamblea de la OEA es un hecho trascendental e inédito en la historia de América Latina. Ha implicado una toma de posiciones contra la hegemonía norteamericana en esas instituciones y a favor del enfoque soberano latinoamericanista. También ha sido inédita la denuncia del TIAR por el presidente ecuatoriano Rafael Correa.

Pero pese a que la historia de esas instituciones es bien conocida en los ámbitos académicos regionales, no han faltado políticos, derechas, periodistas y seudo-politólogos que critican las nuevas posiciones, para ponerse del lado de los intereses hegemónicos extranjeros.

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