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Han culminado unas elecciones para elegir dignatarios para los gobiernos locales y provinciales, organizados e implementados por el CNE de manera impecable y con la ejemplar participación del conglomerado, a pesar del vandalismo planeado y ejecutado por los sembradores de odios y violencia.
Los resultados no han sido los que evidentemente merece la insurrección popular pacífica que rompió la hegemonía neoliberal-populista en Ecuador. Hoy, en este proceso comicial la agrupación revolucionaria ha sufrido un traspié significativo; no solo por haber perdido en Quito, en varias capitales de provincia como Guayaquil, Loja, Machala, Portoviejo, que aunque nunca tuvieron alcaldes progresistas en media centuria y fueron regidos por la derecha con diferentes ropajes, creíamos que este era el momento adecuado para torcer estos destinos inicuos.
Localidades donde Alianza PAIS gobernaba, como Cuenca, Babahoyo, Ibarra, se han resignado frente a personajes del pasado -algunos honorables-; y en ciudades como Manta y Guaranda regeneraron los fantasmas socialcristianos emepedistas reinventados en SUMA; también por la facilidad con que los agentes de los poderes fácticos nacionales y extranjeros introdujeron sus ideas de mercaderes, especuladores del negativismo nocivo aún presente en capas de población, que optaron sufragar contra su propio y mejor futuro aceptando la mentira, el engaño, el chantaje de quienes han hecho de la amenaza, el rumor y la calumnia incentivos existenciales y no estrictamente electorales.
Empero, debemos estar ciertos de las complejidades del proceso político que vivimos y que esta lid electoral ha puesto de manifiesto. Hay una derecha insepulta, con larga experiencia y habilidad de mimetizarse cuando le conviene y reagruparse para golpear los procesos de cambio, y que reaparece con toda la astucia posible.
Está allí ‘vivita y coleando’, y con el derecho que le asiste, se muestra en algunos grupos empresariales que en el puerto advertían con cerrar sus empresas si su candidato a la reelección sucumbía; o en ciertos estamentos burocráticos que, después de tratar con displicencia al usuario, con pertinaz eufemismo le recuerdan votar por las listas de la oposición; en la acción noticiosa de medios privados, que dedicaron espacios a denunciar a un postulante de un cantón, cuando en la capital ardía la desinformación y la falacia; en la actitud de aquellos cómodos, derrotistas y oportunistas, todos gatopardistas, que no obstante gozar del poder antepusieron la playa dominical a la caminata proselitista. Los vicios que ha acompañado a la izquierda desde siempre: el sectarismo, el burocratismo, la ceguera ideológica, el subjetivismo del análisis de situación, el triunfalismo pequeño burgués se adicionaron en el revés electoral de AP.
No obstante, la llama de la revolución esta incólume, los partidos que la apoyan son mayoría y el pueblo tomará cuentas a quienes no cumplan o traicionen sus ofertas. Mas debemos -todos los que luchamos por una patria nueva- realizar con sentimiento verdadero nuestra propia introspección crítica: ¿Qué hicimos por conseguir votos para nuestros candidatos, cuánto tiempo dedicamos a difundir las propuestas del Buen Vivir, qué acciones partidistas demandaron nuestros esfuerzos? En el Deuteronomio se exige “hacer lo bueno y recto para que te vaya bien”. Es el momento de cumplirlo.