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Mis sentidos vibran con el poema escrito por uno de los más grandes, Jorge Enrique Adoum, que pronunciara el 10 de Agosto de 1988, en la plaza de San Francisco de la capital de la República. ‘’Creo en un país esplendoroso por la multiplicidad de la población y de su geografía, donde cada persona, familia, comunidad, aldea, ciudad o provincia tenga el orgullo de haber formado con su diversidad y diferencia la Patria única que les debe mucho, la Patria grande a la que le deben tanto. Creo en un país que encause la fuerza y el ingenio de todos sus habitantes a la reconstrucción material y moral de la Patria, rota como una cometa de agosto por el viento de la calamidad y por los hombres, tirada por la trenza, hecha pedazos’’.
El golpe dado a Quito es repugnante e indignante, cuando la Asamblea Nacional (madrugada del 10 de este mes) aprobó 268 aministías para personas involucradas en 57 procesos juidiciales. Desde el Gobierno lo califican de incompleta al no tomar en cuenta a funcionarios públicos y que si querían “pacificar” el país, debió ser justa.
Sabemos que la impunidad es el condumio a la corrupción al perdonar a quienes ‘incendiaron’’ Quito, Cuenca, Ambato, Latacunga y otros lares. Siento vergüenza por aquella clase política que pacta perdón para terroristas que secuestraron a policías y periodistas, que dañaron la propiedad privada y lo público, quienes a cambio de un pacto maloliente y putrefacto vendieron el respeto, dignidad y honor de la capital ecuatoriana, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Todo esto ante una sociedad civil —pulverizada— y un Estado que hablan idiomas diferentes, sin lograr escucharse el uno al otro, con una casi nula participación, dónde la mayoría de los ciudadanos —no solo por efectos de la pandemia— están desmotivados, apáticos y desilusionados. A muy pocos les interesa organizarse sobre beneficios colectivos, a sabiendas que la solución va por ahí y que la superación de la pobreza es viable si se basa en una sólida organización y participación popular. Es mandatorio revertir las condiciones que puedan sustentarse a largo plazo.
Pronto muchos de los amnistiados —ya sin grilletes— recorrerán territorio en búsqueda de votos para ser elegidos como concejales, consejeros, juntas parroquiales, alcaldes o prefectos en el proceso electoral del 2023. El tiempo lo confirmará.
Admiro y aplaudo el país de Carapaz, Dajomes, Morejón, Quiñones, Perez, Escobar, Salazar, Gómez, Vera, Spencer y muchos más. Son íconos de trabajo honesto, esfuerzo y disciplina, quienes con su ejemplo incentivan en los jóvenes, perseverancia y tenacidad deportiva.
Amo el Ecuador de Humberto Moré, Guayasamin, Kingman, Pilar Bustos, Tejada, Maldonado, Rendón Seminario, Oswaldo Viteri, Endara Crow, Camilo Egas, Mideros, Tábara, Vorosihilov Basante, entre otros. Su compromiso social, técnicas y arte, elevan el espíritu patrio.
Creo en mi país de escritores, poetas, mujeres valientes , músicos y artistas , niños y jóvenes que se aferran a la esperanza en un territorio hecho de volcanes, selvas y mar. Es apenas el 0.9% de la superficie de la Tierra y es uno de los lugares más ricos en mega diversidad en el mundo. No es bello sólo por la naturaleza sino también por su cultura y su gente. El Consejo de Nacionalidades y Pueblos del Ecuador- (CODENPE) reconoce que habitan 14 nacionalidades y 18 pueblos indígenas, cada uno con su historia.
Agradezco a Dios cuando cada mañana, al abrir los ojos, sé que estoy en la nación con más alta luminosidad del mundo, en el sitio con más días de sol al año y más horas de sol por día, pero hiere y lastima reconocer que mi patria vive la más grave de las crisis económica —social— política y de valores, que parece no encontrar la salida para teñir de esperanza el futuro de sus ciudadanos.
Los indicadores básicos del Inec hablan por sí solos. A enero de este año, la canasta familiar básica alcanza los $724, el desempleo, 5,4%, empleo adecuado 33,1% y pobreza por ingreso 27,7%. Cifras como estas dicen que Ecuador a pesar de haber tenido oportunidades para equilibrar desigualdades sociales y económicas, parece destinado a no poder salir de la espiral de la pobreza.
Auge bananero 1948-1965 y petrolero 1972- 1982, en términos económicos fueron de los más altos. Sin embargo, no resolvió los nudos sociales que siguen vigentes y atados a la pobreza, sin dejar a un lado la discriminación étnica que aún excluye de la vida política del país la población indígena, mujeres y otras minorías.
Creo en las fortalezas de mi país al poseer la mayor biodiversidad biológica y ecosistemas naturales de América Latina, inmensos recursos hídricos,tierras fértiles con grandes cualidades para la agricultura y un gran potencial agroexportador. Creo que es obligtorio caminar hacia la reafirmación de nuestra identidad, dar guerra a la corrupción, detener el éxodo de compatriotas y brindar seguridad para la inversión nacional e internacional.
La tarea es gigante. La corrupción política y administrativa nace, crece, reproduce y fortalece en espacios que cada uno de los ciudadanos permite su ingreso.Cual metástasis invasiva se expande cuando damos la espalda y pensamos que nada nos incumbe. Los medios de comunicación podrían ayudar para que la esperanza habite ya que por ellos pasan algunas de las posibilidades más ciertas, aunque quizás más complejas, de democratizar la sociedad. Es responsabilidad de todos para, con verdad y transparencia, combatir la crisis de valores que afecta el alma nacional y que quiebra el optimismo para enfrentar la crisis y la vida.
Concluyo estas líneas con una cita de Adoum: ‘’Creo en un país donde seamos capaces de mirar sobre el hombro ,la ruina que queda a nuestra espalda, para construir un paisaje luminoso para todos, porque vemos la luz al final del túnel”.