En el campo de las creencias el milagro de la salud existe. Cuando la persona pide con fe, no solo logra la curación por la acción médica, sino en ocasiones con resultados que la ciencia no explica. Quien lo pide, mental o verbalmente, con una oración altruista, sea el paciente u otro, para su beneficio o el de los demás, puede provocar el milagro, que también se cumple con la aplicación de la mano, no siempre del médico.
Para la ciencia de las evidencias el milagro no existe, y si no hay explicación hoy, la habrá en el futuro. El acto médico tiene la lógica de los descubrimientos e inventos. Pero los médicos más exitosos, los más humanos, curan con sus ritos y su arte, aprovechando la fe de los pacientes. La fe es poderosa, despierta la capacidad humana de la resiliencia. Así, ellos ejercen la magia y devuelven, con ciencia y arte, la alegría del paciente, que se siente curado, sano, libre.
La creencia en la existencia de Dios y sus religiones ha estado presente de modo importante en la historia de la humanidad. Las tres monoteístas con más seguidores en el mundo tienen el mismo Creador, Dios, Yahvé o Alá, aunque sus fieles traten de eliminarse entre sí en diversas regiones. Sus poderosas instituciones enseñaron a creer en el dios sobrenatural, y siguen la palabra de sus profetas. Dicho Creador, presente en la vida cotidiana individual de millones de seres humanos y en su vida cultural, ha sido parte del poder de los Estados en la vida social. Pero hay personas que creen que Dios ha sido creado por los seres humanos, y no al revés, y que, por lo tanto, existe solo en las mentes de los creyentes.
En los dos campos, de las creencias y las evidencias, la moral ha sido la norma para la conducta individual, establecida por la autoridad y el poder, religioso, militar, económico, político, de los grupos dominantes. Ellos imponen las normas morales para su propio beneficio.
La ética es, por otra parte, el compromiso de la búsqueda del bien y la verdad mediante principios y valores colectivos y de consenso. Es la racionalidad trabajada para el bien común de la justicia y la libertad. La bioética, para el caso de las evidencias científicas, se funda en valores (o principios) como el respeto al otro (autonomía), la beneficencia (y no maleficencia) y la justicia.
Las evidencias bioéticas pueden estar limitadas por las normas morales de las creencias, e impuestas por los principios religiosos de la autoridad, que son proclives al dogmatismo