No ha de ser posible que solo estemos con Argentina cuando juega su Selección un partido de fútbol intercontinental y nos representa a todos los latinoamericanos; tampoco solo ha de ser cuando disfrutamos de una parrillada del Ñato; o cuando oímos a Mercedes Sosa cantando con Calle 13 esa desgarradora canción ‘Hay un niño en la calle’; o cuando recordamos que Inglaterra mantiene un régimen colonial en las Malvinas; o la exitosa gestión de los presidentes Néstor y Cristina Kirchner.
Ahora hay una causa muchísimo mayor que todo lo que nos pueda unir y estimular a entregar un respaldo a esa noble patria de San Martín, que se ha visto obligada a demandar ante la Corte Internacional de La Haya a Estados Unidos por culpa de un juez de Nueva York, Thomas Griesa, desaprensivo e irresponsable, quien emitió un fallo a favor de los litigantes de los ‘fondos buitre’, bautizados así porque sus tenedores se asemejan a las aves de rapiña que se alimentan de carroña, al disponer que sean pagados de inmediato con utilidades millonarias para los especuladores.
Argentina demanda al gran país del norte porque la decisión del juez gringo viola la soberanía y las inmunidades de otro país, Argentina, porque los efectos de la decisión judicial tienen cobertura internacional.
Argentina no está sola; la acompaña Ecuador, porque hace poco otro juez de la misma ciudad de Nueva York, Lewis Kaplan, emitió un fallo en contra de los amazónicos afectados por la contaminación provocada por Chevron, cuya ‘mano sucia’ ha lanzado una campaña de descrédito contra nuestro país.
La legislación capitalista defiende lo suyo, lo que es esencia de su naturaleza y favorece siempre a los verdugos que no trepidan en enriquecerse aprovechando las utilidades de haber comprado en Argentina bonos a precio de gallina enferma y recuperar suculentas e insaciables utilidades o, como en el caso de Chevron, haber explotado succionando nuestro petróleo y dejar todo contaminado, perjudicando a los pobladores de la Amazonía.
Es la hora de que las nuevas organizaciones continentales (Alba, Unasur y Celac) asuman colectivamente la defensa de los casos en que la justicia nos da la razón por encima de jueces que de forma individual se colocan en contra de nuestros pueblos.
Durante toda la historia contemporánea, nuestros gobiernos sumisos, sin concepto alguno de defensa de la soberanía, suelen firmar compromisos internacionales en los que no reclaman el derecho al pataleo y a la hora de las inconformidades nos hacen agachar la cabeza, sin poder defender nuestra dignidad.
¡Vamos con Argentina!