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Comunicación no violenta: el poder del lenguaje, la empatía y la compasión, en toda ocasión (6)
12 de septiembre de 2015Marshall B. Rosenberg sostiene: “Hasta aquí hemos tratado los tres primeros componentes de la CNV, que se centran en lo que observamos, sentimos y necesitamos. Hemos aprendido a hacerlo sin criticar, analizar ni echar las culpas a nadie, sin establecer diagnósticos y actuando de una manera que propicie la comprensión y la compasión. El cuarto y último componente de la CNV se ocupa de lo que queremos pedir a los demás para enriquecer nuestra vida. Cuando nuestras necesidades se encuentran insatisfechas, nos atenemos a la expresión de lo que observamos, sentimos y necesitamos con una petición específica: hechos que puedan satisfacer nuestras necesidades. ¿Cómo expresaremos lo que queremos pedir para conseguir que los demás respondan a nuestras necesidades de una manera comprensiva?”.
Lo primero que hay que hacer es “expresar lo que pedimos, no lo que no pedimos”. Hacer lo que se va a hacer y no lo que no se va a hacer. “Lo más probable es que las peticiones negativas provoquen resistencia en la persona que la recibe”. Existen muchas personas que saben lo que no quieren, pero no saben expresar lo que quieren. Es importante expresarse sin vaguedades, evitando las frases “de sentido vago, abstracto o ambiguo”. No pedir un poco de responsabilidad o de mayor responsabilidad, sino pedir directamente lo que se quiere de esa persona. Expresiones como “lo que yo quiero es que me dejes ser simplemente quien soy” y “quiero que me concedas la libertad de evolucionar y de ser yo misma”. El uso de un lenguaje vago y abstracto conduce “a menudo a interpretaciones contraproducentes”... “El lenguaje no específico puede llegar a bloquear la comprensión y la comunicación”. Muchas veces no somos conscientes de nuestras peticiones. Si no atendemos no podemos establecer un diálogo. Es importante saber si nuestras palabras han sido comprendidas. “Cuanto más claros nos mostremos con respecto a lo que esperamos de la otra persona, más probabilidades tenemos de que nuestras necesidades se vean satisfechas”.
M.A. Rosenberg da mucha importancia a que “solicitemos la confirmación de nuestras palabras”. Darnos cuenta realmente si nos han comprendido. Preferible es que nos lo expresen con sus propias palabras. Hay que tener cuidado con que se ofenda y nos conteste:
“¿Me tomas por un tonto o qué?”. Debemos saber qué opinan sobre lo que hemos expresado y buscando que lo hagan con sinceridad. “Cuando nos dirigimos a un grupo es especialmente importante que sepamos con toda claridad qué queremos que comprendan y con qué sinceridad queremos que nos respondan. Si no tenemos clara la respuesta que nos gustaría recibir, podemos iniciar conversaciones que acaben por no satisfacer las necesidades”. Cuando se encuentra una respuesta que satisfaga, se debe avisar para no continuar discutiendo innecesariamente. Muchas veces los diálogos se complican porque se confunde hacer una petición y presentarla como exigencia. “Cuando una persona percibe que le están exigiendo algo, solo ve dos opciones posibles: la sumisión o la rebelión. En cualquiera de los dos casos, advertirá una connotación coercitiva en la persona que le pide algo, con lo que su capacidad de responder a dicha petición de una forma compasiva disminuirá considerablemente”. Tenemos que ponernos en el lugar del otro o los demás para comprender si se trata de una petición o una exigencia.
“Precisemos cuál es nuestro objetivo cuando pedimos algo”... “El objetivo de la CNV no consiste en cambiar a la gente, sino en establecer un tipo de relación basado en la sinceridad y la empatía que permitirá que se satisfagan las necesidades de todos”. (O)