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Varias fuentes denuncian este fenómeno creciente, que genera tanta pobreza en países del Tercer Mundo, especialmente en África, donde activistas y defensores de la soberanía alimentaria emplean duras expresiones, como arrebatar, apoderarse, saquear y hasta robar, para referirse a lo que están haciendo élites políticas nacionales y empresas extranjeras, al expulsar a los pobres de sus terruños para hacerse a grandes extensiones de tierra.
Este despojo se inició en grande desde fines del siglo XIX por parte de los poderes europeos, en la infame conferencia organizada por el canciller de Alemania, Otto von Bismark, a fines de 1884 en Berlín, para dividirse el continente africano. Conferencia que la historia ha calificado de ‘Despojo de África’.
“Hoy la historia se repite”, afirma el director de Plataforma por el Desarrollo de la Juventud- PDY, una ONG de Zimbabwe, “nuestros propios líderes políticos y compatriotas ricos están saqueando la Tierra”. Señala que una plantación de caña de azúcar de 40.000 hectáreas, que comenzó en 2008, desplazó a más de 1.754 familias.
En Uganda sucede algo similar, según un informe de Joshua Zake, coordinador del Grupo de Trabajo Forestal de la organización Alerta Ambiental, que data de 2011, para quien la presencia subterránea de petróleo y otros recursos minerales fomenta el acaparamiento de las tierras en África, y especialmente en ese país.
De igual forma, en Nigeria y Tanzania, los pequeños agricultores son desplazados de sus tierras con el fin de liberarlas para las plantaciones de caña de azúcar, arroz y otros cultivos destinados a la exportación.
Hasta en Mozambique, donde la revolución socialista dejó establecido constitucionalmente que el Estado es el único propietario de la tierra y de sus recursos derivados, se oyen quejas de que inversionistas extranjeros están ganando la partida a los pobres.
La televisión alemana, DW en español, presentó en noviembre pasado un documental en el que denuncia estos atracos por parte de la industria química Bayer, que está interviniendo en la agricultura a través de Bayer CropScience, que fabrica organismos genéticamente modificados, OGM.
En un país africano adquirió 10.000 hectáreas para un experimento con semillas de arroz, usando técnicas de ingeniería transgénica en un intento de duplicar la producción. Fue un fracaso que ha dejado un desierto improductivo y a miles de familias y productores campesinos en la miseria. No es de extrañar. Desde 2006 se hizo evidente que la cosecha de arroz de Estados Unidos había sido contaminada con transgénicos de Bayer CropScience.
También en nuestra América Latina avanza el mal. Recientemente “se aprobó en el Congreso colombiano el modelo de desarrollo económico rural, que favorece la concentración del uso de la tierra a grandes inversionistas”, según la revista Semana. La soberanía alimentaria y la agricultura campesina están en gran peligro por los abusos de multinacionales con el concurso de élites apátridas nacionales. (O)