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Círculo virtuoso de desarrollo del líder: fortaleza de espíritu y dominio de sí mismo
24 de octubre de 2015Las personas que tienen seguidores que confían en ellos, aun sin que exista una relación de dependencia, se convierten en líderes y el destino de la humanidad, de miles de millones, de millones de personas, países, comunidades e instituciones depende de sus sabias o funestas decisiones.
La nueva humanidad y la naturaleza requieren urgentemente para su supervivencia de líderes estadistas, con visiones de largo plazo, que miren hacia las nuevas generaciones y no tan solo sus conveniencias personales y las próximas elecciones. Se requiere de líderes de gran fortaleza de espíritu, de mirada profunda, con fuertes convicciones, de carácter inquebrantable y solidarios con las mejores causas de la humanidad. Líderes como Gandhi, Franklin D. Roosevelt, Ho Chi Minh, la Madre Teresa de Calcuta y Nelson Mandela, quienes a pesar de sus limitaciones físicas, sus edades y salud, tenían energías inagotables, inspiración y creatividad, provenientes de su gran fuerza interior.
La revista The Economist de octubre 17 al 23 de 2015, en la portada presenta a los presidentes de la Federación Rusa, Estados Unidos y la República Popular China jugando una partida de naipes y como tapete de la mesa de juego un mapamundi. Los líderes verdaderos no deben participar en juegos de ego y poder, de dominios económicos, tentar al azar, o en deportes peligrosos y de alto riesgo, que innecesaria e irresponsablemente expongan sus vidas y la de los demás, produciendo daños que podrían ser irreparables al ponerse en juego el destino de sus países e instituciones.
Se requiere de líderes que sepan escoger y delegar a los mejores responsables para las diversas tareas. Un líder estadista, presidente, general, rector, gerente, científico, creador de trabajos científicos (papers), ingeniero, artista, etc., delega a que otras personas realicen lo que pueden hacer mejor que él. En los ejemplos mencionados respectivamente no deben hacer lo que corresponde a un ejecutor: ministro, soldado, profesor, conserje, administrativo, obrero, artesano, etc. Los líderes deben realizar actividades operativas, tan solo como algo recreativo.
Los líderes, en aspectos generales y especializados, deben dedicar la mayor parte de su tiempo a trabajos de sus responsabilidades específicas. Los líderes deben hacer lo que otros no pueden realizar mejor que lo que él hace. No podemos imaginarnos a Napoleón, al Mariscal Georgi Zhukov o Sun Tzu en la primera línea de fuego. Alejandro Magno lo hizo y vivió tan solo 30 años.
Los líderes deben aprender a serenarse y dominarse a sí mismos. Es más fácil dominar a la naturaleza y a los demás que a sí mismo. “Más grande que la conquista en batalla de mil veces mil hombres es la conquista de uno mismo” (Buda). Los impulsivos no pueden detenerse y arriesgan la vida innecesariamente. Los cobardes no se equivocan porque no hacen nada: quedan paralizados por el miedo. Los valientes y sabios saben cuándo avanzar y retroceder cuando es necesario, para luego triunfar.
Gofffried Kerstein dice: “Un sabio proverbio japonés aconseja: “Lo que tengas que decir, dilo mañana”. Esto se aplica especialmente cuando nos sentimos irritados. En estos casos, la lengua suele ir más rápido que la mente y se puede hacer un daño que luego habrá que reparar. Por lo tanto: ante todo calma.
Hasta el más difícil de los problemas puede tener solución si se afronta con la disposición justa. La serenidad procura al individuo el espacio mental adecuado para que la creatividad pueda aflorar sin trabas”.
Un líder no se puede dejar dominar de sentimientos de ira, aunque sienta que tiene toda la razón. No debe dejarse provocar. Debe contar hasta 10, 100 y hasta 1.000, tomar distancia, relajarse, meditar y, sereno, continuar el camino de la trascendencia. (O)