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A Ramón Aguilar, Javier Ganchozo y María B. Morejón les siguen esperando en casa. Sus hijos, padres y parejas les esperan, pero nunca llegarán. La familia de Felipe Endara, ciclista profesional, reza porque algún día pueda vivir sin silla de ruedas y que el daño cerebral que sufrió no lo haya dejado mudo de por vida.
Las personas citadas son una pequeña muestra de tantos ciclistas recreativos y profesionales víctimas de la imprudencia de conductores. Víctimas evitables al 100%.
El ciclismo, a más de ser un deporte sano, es cada vez es más popular, una alternativa de transporte sustentable que un gobierno orientado a un futuro con ciudades menos congestionadas, debe priorizar. Las bicis motorizadas permiten que topografías como las de Quito no sean impedimento para que la bicicleta pueda ser una solución accesible y verde al tránsito.
En otros países existen subsidios para la adquisición de bicicletas con motores eléctricos; en Ecuador se subsidia la gasolina y hay impuestos de importación y aranceles para bicis eléctricas.
Para que el ciclismo sea un deporte seguro y alternativa de transporte sustentable se requieren tres factores:
1) Inversión en infraestructura: ciclovías y parqueaderos seguros.
2) Mejora drástica en la cultura y concienciación de los conductores. El conductor que por desconocimiento de las leyes conduce por el carril izquierdo a velocidades bajas obliga a rebasar de forma riesgosa por carriles de la derecha que los ciclistas ocupan. El que interpreta las señales de PARE como mera sugerencia o usa el celular es culpable de accidentes que por la vulnerabilidad de los ciclistas resultan mortales.
3) Se requieren campañas de concienciación y mano dura, con multas altas y controles rígidos para salvar la vida de conductores, peatones y ciclistas. Campañas enfocadas a compartir las vías de forma segura.
Exigimos un cambio en la cultura vial para que, en el futuro, los que esperan en casa no tengan que esperar por siempre. (O)