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El Telégrafo

Cero papeles

13 de marzo de 2012

Que se apure nomás la Función Judicial poniendo a punto el programa “Cero papeles” para evitar que el señor Nebot se limpie con las sentencias, para quien las resoluciones judiciales que le son adversas no son más que papel higiénico,  a propósito de la acción de protección propuesta por el grupo Diabluma ante un juez constitucional para evitar que se altere el entorno del sector patrimonial de Las Peñas con la colocación de un monumento en memoria de León Febres-Cordero.

Que el rugiente, mentor político del cachorro, se merece tal homenaje, no está en discusión, de todas maneras ejerció la Presidencia, la diputación, la alcaldía de la “Perla”, por lo tanto tiene sus devotos entre social y malcristianos, madera de guerreros y más pelucones.

Pero tampoco pueden poner la efigie felina donde le enderece la nariz a un prepotente bravucón. El barrio Las Peñas de Guayaquil es un hermoso rincón patrimonial rescatado de un pasado cargado de asaltantes, piratas y pavorosos incendios, que debemos proteger para que la historia se conserve incólume.

En un barrio emblemático de casitas colgadas en el cerro tropical, restauradas fielmente con la pintura de una hermosa colmena multicolor, no pueden desentonar con el emplazamiento de una obra arquitectónica contemporánea, mandada a hacer en Europa con trazos de modernidad y sin pagar impuestos.

Irónicamente al monumento del “Mejor ecuatoriano de todos los tiempos”, don Eloy Alfaro, le cargaron como judío errante de arriba abajo, por poco y casi la botan al río Guayas. Hasta que por fin le acomodaron justo a la entrada del Puente de la Unidad Nacional. Y León ni de lejos podrá alcanzar ni merecer esa dimensión, estando en proceso de judicialización los resultados de la Comisión de la Verdad, que demostró con pruebas las graves violaciones a los derechos humanos como política de Estado instaurada desde las esferas oficiales en contra de los objetores de su política concentradora de riqueza en manos de la gallada y de la rabiosa persecución a sus críticos y opositores.

Hay lugares, como los accesos a los nuevos barrios pelucones, digo residenciales, donde bien pueden colocar el discutido monumento. No cabe el empecinamiento de un capataz que muestra su amargura porque ya no le obedecen los jueces, como ocurría en el reciente paraíso de la partidocracia.

Si no está de acuerdo con la resolución, apele al superior y deje de andar limpiándose con las sentencias, ni mandando a sus huestes a meter semejante paliza a los diablumas, agresión que para cierta prensa no pasó de ser un enfrentamiento entre iguales, aunque hayan sido doscientos contra cinco. Y la Policía por poco y aplaude. Paraaados, “gustando” la garrotiza.

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