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El Telégrafo
Marco Villarruel

La carta que no tendrá respuesta

20 de abril de 2019 - 00:00

Es altamente improbable que España, especialmente su gobierno, se disculpe ante la humanidad por lo que hicieron sus antepasados a los pueblos originarios americanos en tiempos de la conquista. Ni que tampoco vaya a indemnizar a los americanos por la expoliación que duró 670 años.

Nadie espera que España, o quien tenga en sus bóvedas el oro y la plata que se llevaron en sus galeones y peor todavía vaya a reconocer por la muerte de miles de indígenas mineros que trabajaron hasta morir para que las cortes europeas puedan beber su té en vajillas hechas del material andino.

La carta enviada por el presidente mexicano Manuel López Obrador a los reyes de España ha despertado un gran debate y lejos de causar escozor a las autoridades españolas ha despertado su encono. Para ellos, América debe agradecer puesto que trajeron la filosofía griega, el Derecho romano, el Renacimiento. Como dijo Luis García Montero, director del Instituto Cervantes “No hay civilización que tenga las manos limpias - y de manera admonitoria dice - que la historia está hecha de barbarie.

Pero nadie podrá borrar de la historia la destrucción del desarrollo cultural de los pueblos originarios, el aniquilamiento de sus fuerzas productivas, las masacres por las guerras de exterminio, la contaminación y el contagio de enfermedades abominables. La historia registra que tras agudos debates los españoles tuvieron que reconocer que teníamos alma, que éramos humanos y descendíamos de Adán y Eva y por tanto debíamos ser evangelizados y se lo hizo a sangre y fuego.

Es larguísima la lista de actos de crueldad y se hace más anacrónica si ahora escuchamos a sus descendientes que quieren lavarse las manos porque esos eran otros tiempos. A veces parece que algunos españoles recordaran con nostalgia a los pueblos que los invadieron. El presidente mexicano ha dicho que la carta era para “la reconciliación, pero no para olvidar, no odiar, pero no olvidar”. Y por ello, hasta que pueda dilucidarse aquello de las compensaciones económicas y humanas, es hora de una profunda reflexión histórica, con el  objetivo de que los genocidios no vuelvan a repetirse.

En el fondo de las cartas y declaraciones la humanidad reclama la recuperación de la memoria, quizás no con resarcimientos económicos pero sí con el detenimiento de masacres y genocidios actuales. Para algo sirve la historia. (O)

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