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El Telégrafo
Alfredo Vera

Camino a la victoria

24 de noviembre de 2015

Las sociedades de una buena parte de la humanidad se han futbolizado y nuestra colectividad ecuatoriana no podía ser una de las excepciones, no solo por las competencias locales del campeonato nacional y la presencia de una gran rivalidad por el apoyo a los diversos clubes, sino que se incrementa a cifras gigantescas cuando la pasión se agudiza por la participación de la selección nacional en las competencias generales, como los mundiales que se cumplen cada cuatro años.

Es tan absorbente la competencia que en muchos países se paraliza una gran cantidad de actividades para disfrutar en vivo, por televisión o radio el desenvolvimiento de los encuentros que son un divertimiento que la gente vive con gran pasión.

Estos sucesos no han disminuido en su apasionamiento, pese a las denuncias y consecuencias graves por los niveles de corrupción descubiertos en el organismo llamado FIFA (Federación Internacional de Futbol Asociado), donde  el soborno, el chantaje y el tráfico de dinero que involucra a muchos dirigentes han generado el descrédito de esa institución que puede poner en riesgo los futuros mundiales, justo cuando Ecuador ha logrado un sitial excepcional al haber ganado a países con una trayectoria de alto nivel y se ha ubicado en primer lugar en la tabla de posiciones hasta ahora.

Esa alegría se la debemos a los jugadores que han cumplido a cabalidad la estrategia que les ha imbuido un  director técnico que tiene la convicción de que solo se puede ganar cuando un equipo va siempre hacia adelante, como un camino a la victoria, y así aplican esa orientación aquellos elementos que ejercen liderazgo entre sus compañeros.

El rol del director es esencial, aunque siempre es víctima de aquel axioma de que las derrotas solo tienen un padre y las victorias se las quieren feriar entre muchos.

Así sucede también en la vida pública de Ecuador, con política de por medio, cuando hay un buen conductor de la nación que ha logrado parcialmente movilizar las cuotas de poder entre el Estado y el sector empresarial, con millonarios de por medio, desesperados por retroceder a como estaban las cosas hace una década para la restauración derechista conservadora o socialcristiana.

Desde la visión popular, Ecuador ha tenido mala suerte con la vigencia de sus auténticos lideres conductores con evidente respaldo popular: Eloy Alfaro fue asesinado cuando aún tenía arrestos para avanzar en la lucha revolucionaria; Velasco Ibarra perdió el rumbo cuando se entregó a la plutocracia socialcristiana; Jaime Roldós fue víctima de la conjura de la CIA, la derecha y el populismo bucaramista; Rodrigo Borja se desilusionó y no quiso perseverar en la tarea que había iniciado; Rafael Correa está entrando en una duda de si deja que la restauración conservadora, por él mismo denunciada, imponga condiciones.

Justo ahora, cuando se pretende ser leales al camino avizorado por Bolívar, Martí y los grandes luchadores por alcanzar la primera Independencia, entramos a un camino que no sabemos si nos lleva a una posible desilusión, cuando se ha avanzado mucho con esperanza promisoria comprobada. (O)

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