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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

¿Qué construye una buena vida?

15 de noviembre de 2018 - 00:00

Una reciente encuesta con la generación del milenio determinó que para más del 80% su meta más importante era hacerse ricos. Y el 50% además contestó que otra meta era ser famosos. Y claro, que en el mejor de los casos nos dicen constantemente que trabajemos más, que nos esforcemos para lograr más. Llegamos a creer que, para tener una buena vida, debemos perseguir estas cosas. Por supuesto que muchas veces usamos caminos equivocados en la persecución de estas metas y surge la corrupción.

La verdad es que el consumismo nos ha viciado nuestro entendimiento de lo que es la felicidad. Muchas veces me he preguntado por qué los ricos y famosos están envueltos en drogas y alcoholismo y se suicidan sin ninguna razón aparente. Y por qué cuando voy a mi pequeño Puéllaro, en la montaña andina, o a mi comuna de Ayangue, en la costa, con gente pobre y desconocida, veo rostros amables y para mí, muy felices. Pues sí, la felicidad no tiene que ver con riqueza, fama o trabajar mucho. Las buenas relaciones nos hacen más felices y más saludables. Punto.

He aprendido que las conexiones sociales nos hacen bien y que la soledad mata. Es decir, los vínculos con la familia, los amigos, la comunidad, nos hace más felices, más sanos y eventualmente más longevos. Experimentar soledad resulta ser tóxico. Pero esto no tiene que ver con la cantidad de amigos que tenemos o lo grande que sea la familia, lo que importa es la calidad de las relaciones más cercanas. He aprendido que vivir en medio del conflicto es muy malo para la salud.

Vivir en medio de relaciones buenas y cálidas da protección. Y bueno, las relaciones cercanas parecen amortiguar algunos de los achaques de envejecer. Y es que tener una pareja feliz, a pesar de los dolores de la vejez, nos permite estar siempre de buen humor. Cuando uno es infeliz, el dolor físico se magnifica con el dolor emocional.

Y finalmente he aprendido que las buenas relaciones no solo protegen el cuerpo, protegen el cerebro y nos permiten seguir siendo productivos. Mi relación de apego seguro con mi pareja, que es mi esposa, a los 70 y más años, me da la tranquilidad de que puedo contar con ella si la necesito. Y eso, mis amigos, es felicidad. (O)

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