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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Borrachera de información

10 de diciembre de 2020

Vivimos tiempos de borrachera: Uno de los nuevos problemas a los que se enfrenta la humanidad es el exceso de información, la mayor parte de la cual es basura ofrecida por medio del internet y las redes sociales, con el propósito expreso de crear la estupidez e incrementar de forma acelerada el consumismo, para consagrar la dominación y el crecimiento económico de imperios y trasnacionales, que buscan alcanzar la nada.

A finales del siglo XX aún estaban de moda las enciclopedias impresas. Poco después estas enciclopedias fueron ofrecidas en versión informática contenida en un CD. En un amanecer, el antiguo telégrafo se había convertido en internet, una pista telemática, que enlazó a todo el planeta y acopió en contenedores de lenguaje binario, gran parte de la información hasta entonces producida.

El capitalismo global se apropió de la autopista informática, binaria, global y económica, para encaramar publicidad y propaganda en refritos de datos e información, con adobo emocional. En suma, estamos en el punto en el que el capitalismo necesita parir de manera continua, información y más información, para incentivar la celeridad de la producción y el consumo de mercancía tangible e intangible a la velocidad de la luz.

La sobreabundancia, el truco de la emoción y la rapidez impiden la apropiación analizada y discrecional de la información, provocando un efecto narcótico masivo en la sociedad global. Sólo los que alcanzaron una riqueza de conocimiento y destreza crítica -que no es lo mismo que información o datos- tienen la capacidad superior de comprender el mundo, problematizarlo y encontrar soluciones.

En 2016 el intelectual italiano Umberto Eco señaló que el exceso de información está provocando amnesia. El gran desafío es crear, por lo tanto, una pedagogía para descartar la mala información, y aprender a seleccionar la que tiene el verdadero estatuto de conocimiento y de síntesis crítica.

Una gran mayoría, de diversos estratos sociales, son víctimas de la embriaguez de sobre información, que les ha anulado la capacidad de pensar, incluso de crear arte libre, presos de la tecnología en condición de ciborg. Comer y abrigarse sin pensar, no tiene sentido. Es en el pensar donde se crea la esperanza. Perversos los que con plena conciencia buscan destruir la Paideia. Pero siempre hay unos que se escapan y entonces ¡zazzz¡ (O)

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