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El Telégrafo
Mauricio Maldonado

Autocracias travestidas y populismo

13 de febrero de 2019 - 00:00

Quieren hacernos creer que la democracia es equivalente a la existencia del voto y de la regla de mayoría, a pesar de que estos mecanismos no son incompatibles con los modelos antidemocráticos. De allí que ningún autor serio de la teoría de la democracia piense en estos aspectos como condiciones suficientes para la democracia en un país. Piénsese en el caso venezolano. Las elecciones han sido mecanismos simulados que han servido para perpetuar una dictadura de corte populista.

No es que el populismo sea incompatible con alguna forma democrática. Aunque no la facilita. De hecho, con frecuencia constituye la vía de “escape” de la democracia a la autocracia. En su concepción moderna, como dice Loris Zanatta: “Los populismos de América Latina aparecen emparentados por la aversión a la democracia representativa de tipo liberal y a la concepción social que ella implica, a la que contraponen la explícita invocación o la implícita pulsión hacia una ‘democracia orgánica’.

Es en virtud de dicha homogeneidad que la comunidad populista se suele expresar a través de una voz unívoca: la voz del líder (…). Su capacidad de adaptación revela su fuerza, que se trasluce en el carácter ‘delegativo’ de muchas jóvenes democracias de América Latina, es decir, la tendencia de los presidentes a invocar la soberanía del pueblo para saltar como un obstáculo aquel ‘polo constitucional’ -el poder judiciario, el Parlamento, las ‘reglas’ en general- que en las democracias representativas suele garantizar contra la tiranía de la mayoría”.

Si esto es así, se podría aventurar la conclusión de que la expresión “democracia populista” está mal formada, mientras que la expresión “populismo democrático” tiene el sentido aquí expresado. Así mirado, la democracia deja espacio para la “política populista”: no la elimina porque su tendencia a favorecer la libertad se lo impide. Lo que está proscrito, en todo caso, es el paso del “populismo democrático” a la “democracia populista”; o sea, a otra de las tantas formas autocráticas.

La Venezuela de hoy es el ejemplo. Evitar que esas consecuencias se den en los demás países de la región, a propósito del fortalecimiento de los populismos, es un imperativo ineludible. (O)

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