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Y el mundo se fundió a negro; amarga demostración de lo frágiles que somos. Como un suspiro llegó el silencio. Mientras el mundo digital se cayó, el internet se desvaneció y a la electricidad le dio un síncope, ese aparatito analógico anticuado para los streamers, se mantuvo con las ‘’pilas puestas’’.
Hace un mes, 22 millones se informaron del apagón a través de la radio. Nadie creería en épocas de crisis y emergencia, la solución pase por retornar a una de las tecnologías más antiguas. Quedó demostrado el 28 de abril, en el apagón histórico de España, que los aparatos portátiles de radio experimentaron un aumento de demanda del 205%.
Casa adentro, varios hechos describen la crisis eléctrica que vivió Ecuador en 2024, con severos cortes de luz ‘’ programados’’ e incluso apagones inesperados. Ante los aprietos, el ingenio del ecuatoriano se puso a prueba.
Pero, como la historia es cíclica, existe una larga lista de cortes de luz que han sacudido nuestro mundo: India, Pakistán, Turquía, Italia, Suiza, Francia con cuantiosas pérdidas económicas e incluso vidas. Aunque el más grave y no único, tiene nombre y apellidos: Nueva York, 1977. Fue allí, y en la tarde del 13 de julio, cuando la luz se despidió con un sonoro 'goodbye'.
Argentina no es la excepción. Junio del 2019, millones de personas quedaron sin luz. Algo vital e indispensable se apagó y algo por décadas minimizado, se iluminó como el gran sobreviviente canal de comunicación masivo: la radiodifusión.
Queda demostrado que, sin luz, los teléfonos inteligentes se vuelven tontos, mientras un simple receptor a pilas conecta a las personas. Larga vida a esa máquina parlanchina que abraza, a esa caja arcaica, a ese oráculo del siglo XX que unifica cuando una interrupción masiva del suministro eléctrico nos deja desconectados.
Solo de pensar en un apagón mundial, crece la incertidumbre de millones de habitantes porque pondría a prueba la capacidad y estabilidad de la red eléctrica, así como de las fuentes de energía renovables. ¿Serían estas capaces de asumir la carga de abastecer a toda la población ecuatoriana por sí mismas? Un apagón va mucho más allá de resultar un inconveniente momentáneo: afecta también a nuestra productividad, nuestra capacidad de generar dinero, e incluso a nuestra seguridad y tranquilidad. Es, por tanto, algo muy serio.
La Unión Europea lanza el aviso. Anima a los ciudadanos a proveerse de "un kit de emergencia" para afrontar posibles catástrofes. En ese kit, figura la radio a pilas. Un manantial de información "ante la incertidumbre". Si abandona la corriente eléctrica, tenga a mano una radio, pilas nuevas y algo de efectivo. Parece que no subestimar lo añoso, queda de moraleja.