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El Telégrafo

Augusto Bonilla Barco

28 de octubre de 2012 - 00:00

Las reflexiones sobre la relatividad de la ciencia pueden esperar mientras expresamos la condolencia por la partida de un ecuatoriano ejemplar que aportó significativamente al fortalecimiento de nuestra identidad nacional, el Dr. Augusto Bonilla Barco. Su actividad profesional y su prestigio nacional e internacional merecen especial reconocimiento. Él formó parte del destacado grupo de médicos ambateños que aportaron significativamente en diversos campos y específicamente en el de las ciencias de la salud.

Augusto Bonilla se consagró como especialista de la cirugía y particularmente de la traumatología, operando con éxito a miles de pacientes referidos de todo el país.   Supo investigar en su campo, sobre las causas y tratamiento de la luxación congénita de cadera, por ejemplo, y obtuvo resultados en ésta y otras temáticas, sobre las cuales expuso en congresos internacionales de la especialidad, mostrando la capacidad y dedicación de los médicos ecuatorianos.En el campo de la docencia Augusto Bonilla fue un modelo de maestro universitario.  

Ejerció toda su vida la cátedra, formando a diversas generaciones de médicos y especialistas. En este campo trajo para la academia el innovador concepto de lo Neuro músculo esquelético, como sistematización de la vida de relación humana, base del trabajo y nexo con el medio (que con el metabolismo y la sexualidad constituyen nuestra herencia biológica). Ejerció el decanato de la Facultad de Medicina y contribuyó de manera notable a la relación de las Facultades de Ciencias Médicas del país como Presidente de su Asociación Nacional, la prestigiosa AFEME.

En el campo del servicio aportó al fortalecimiento de los servicios públicos en el Hospital Militar, en el Andrade Marín del IESS, además de la práctica privada en la antigua Clínica Santa Cecilia.

En todos los campos de la docencia y el servicio ejerció cargos directivos, pero sobre todo dignidades de carácter regional en América, con las cuales prestigió al país de manera permanente. Fue además por años un distinguido Rotario preocupado por el servicio a la comunidad.

Hombre culto y gentil, amable, simpático, fue ciertamente un líder en su campo. Nos deja el ejemplo de su quehacer inagotable, como trabajador capaz y dedicado en los campos del servicio, la investigación y la docencia. Un ejemplar de la clase médica a quien rendimos un homenaje por todos sus históricos aportes y por representar a un gremio que tanto reconocimiento merece.

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