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La película “Araña sagrada” (2022) del iraní, nacionalizado danés, Ali Abbasi, una coproducción danesa-alemana-franco-suiza (disponible en plataformas), trae a la pantalla un caso real de un asesino en serie en Irán, el cual habría asesinado a más de una quincena de mujeres por motivos morales y religiosos a principios del presente siglo.
“Araña sagrada” es un filme singular por algunas consideraciones. La inicial, porque es una obra realista que representa un caso que conmocionó a los habitantes de la ciudad de Mashhad en Irán, hecho que formó parte de la crónica roja de los medios de comunicación y de las actividades de pesquisa policial hasta llegar justamente al apresamiento del asesino en serie y su juzgamiento. Este primer nivel, superficial, expone un trabajo de guion en el que la idea de evidenciar las acciones y el pensamiento del asesino se confronta con la cotidianidad de una ciudad como cualquier otra del mundo en general. El asesino, en este contexto, actúa de manera silenciosa y acorrala a las trabajadoras sexuales, a las cuales invita a su casa para supuestamente servirse de ellas y luego matarlas. Por su forma de actuar, los medios le apodan el “asesino araña”.
Lo sugestivo, dentro de este primer nivel, sin embargo, está en el rol que desempeña una periodista iraní. Claro está que en “Araña sagrada” esta es ficcionada, cuya función es provocar que el caso estalle cuando los asesinatos en serie de mujeres eran, si bien comentados por los medios, al mismo tiempo invisibilizados porque, en definitiva, la muerte de trabajadoras sexuales o trabajadoras de la calle no tendría la importancia del caso en el país islámico, dada su condición moral. En la ficción, es otra cineasta de origen iraní, Zar Amir Ebrahimi, la que da rostro a esa reportera que, en efecto, sí existió, aunque su labor probablemente no haya sido tal como la película expone. Con todo, si se debe hablar de un segundo nivel, es precisamente para poner de relieve el papel de una mujer, además cronista, que, contra viento y marea, lleva a la aprehensión del asesino hasta el juicio que se le sigue y su ejecución. Abbasi, en este sentido, parece enfrentar al sistema de su país de origen, donde la mujer profesional de medios no debería gozar del protagonismo, más aún cuando se trata de promover la justicia contra femicidas.
Habría dos marcos por donde se organiza la trama de “Araña sagrada”; quizá este sería el tercer nivel y el más importante. Uno, relativo al asesino, un trabajador de la construcción, supuestamente abnegado padre de familia, fiel profesante de la religión islámica y lector muy personal de sus enseñanzas con las que justifica sus actos; el otro, que tiene que ver, en sentido general, con las mujeres, aparte de su condición social, económica, profesional o política.
Aunque en la película sabemos que hay trabajadoras sexuales que se prestan al oficio por imperio de la pobreza, por estar sometidas a condicionamientos de ciertas personas, también nos damos cuenta de un régimen de poder que pesa sobre ellas: pues, pese a las prohibiciones religiosas respecto a la prostitución, nos damos cuenta de que el mismo sistema social alienta ocultamente a que las mujeres se dediquen al oficio. Por otro lado, de acuerdo con Abbasi, si no hubiera periodismo comprometido, más aún hecho por mujeres, los casos de femicidios no podrían revelarse. Así, “Araña sagrada” es un filme testimonial crudo que pone en primer plano a la mujer.
En cuanto al asesino en serie, Saeed Hanaei, es conocido el hecho de que él justificara sus acciones en el sentido de que sus crímenes estaban orientados a sanear a la ciudad; sus motivaciones son morales, porque no tolera el desempeño de mujeres que se prostituyen por considerarlas depravadas; siente que sus acciones están determinadas por los fundamentos religiosos. De acuerdo con ello, para muchos de su entorno parecería que su devenir es el de un mártir. Así, en “Araña sagrada”, asistimos a sus fríos procedimientos y a sus alegatos. Tal vez el mote que le pone la prensa, el de “asesino araña”, también se connota más con el título de la película: si la araña teje una red y espera a que sus víctimas caigan en ella con toda la paciencia del caso para luego matarlas, eso es lo que vemos en primera instancia. Pero cuando el director evidencia el machismo existente en la sociedad, hace que su filme se torne crítico, pues se entendería que, para la sociedad iraní, los actos de Hanaei son justificados (de ahí que el asesino sea una especie de “araña sagrada”), pese a que son delitos que merecen el castigo más profundo.
De ahí que Abbasi exhiba todo el proceso de juzgamiento y la ejecución del asesino con la radicalidad del caso. Independientemente de las creencias del femicida y el posicionamiento que hace respecto de la mujer, el director demuestra que la justicia debe estar por encima de todo. Y este es el valor real de la película, hecho que le ha llevado a obtener premios y reconocimientos internacionales. Ello implica que la historia que presenta se la podría entender no solo en relación con Irán, sino de forma universal, porque exponer al femicida y hacer que caiga sobre él todo el peso de la ley es un hecho que nadie debería pasar por alto. De este modo, “Araña sagrada” nos devuelve la esperanza en las leyes si estas no están determinadas por sesgos, pasiones y corruptelas.