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El Telégrafo

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Ambición, negocio y traición en la política

18 de agosto de 2012

Los partidos políticos, en algún momento de la historia, se fundaron con la intención de involucrarse en la administración del Estado y fundamentalmente servir a los sectores sociales mayoritarios, postergados y humillados durante siglos.

En las diversas etapas de la era republicana, descollaron líderes con principios definidos e inspirados en valores éticos. Al término de su misión legaron lecciones ejemplares a las nuevas generaciones, pero otros, ambiciosos y mediocres, convirtieron la actividad política en un repugnante negocio.

Hoy vivimos tiempos deplorables. Se han extraviado los valores morales y se torna difícil su rescate. Hombres y mujeres, en el desvío de su conducta, optan por el camino fácil para conseguir fortuna, poder y fama efímera.

Ensayan mañoserías, practican la traición, la deslealtad, la pillería y el chantaje para alcanzar fines nefastos. Aliados del poder económico, medios de comunicación “independientes” y la oligarquía crearon sistemas de explotación para acumular riqueza y asegurar hegemonía en la conducción del Estado.

La traición y la ambición se complementan y convierten al hombre y a la mujer en los seres más despreciables. Con el advenimiento del gobierno de la Revolución Ciudadana, promotor del cambio, se desenmascaran los sátrapas de la política que avergüenzan al país.

Entre otros casos, en la Asamblea, se destacaba por sus dotes académicas y facilidad de expresión un militante de Alianza PAIS. Por su ambición y celeridad en llegar a presidir esa función del Estado, traiciona los principios del Socialismo del Siglo XXI, se entrega a la derecha; pero qué decepción, engañado por los supuestos benefactores y como aún no puede ubicarse, y para que la tomen en cuenta, promueve plantones callejeros contra el Gobierno al que ayer defendía sus programas de cambio con fogosos discursos.

El Prian también soportó la actitud desleal de un desagradecido, que hoy se olvida de los favores recibidos, porque se cree un hombre superior y que merece un sitio de mayor relevancia. El desleal irrespeta sus principios y obra en función de sus intereses. Ayer perteneció al Prian, hoy a SP, mañana, ¿quién sabe adónde irá?

Por allí vagan otros transeúntes, confundidos, desorientados y sin una meta fija. Hasta dos ex presidentes desleales que no cumplieron sus promesas de campaña, audazmente, irrumpieron en el escenario electoral con pretensiones presidenciales, con el apoyo del todavía poder mediático y la consigna de molestar al régimen de la justicia social.

La partidocracia casi extinguida pertenece al pasado. En el mundo moderno el dirigente político adquiere importancia  dimensional. Entre sus principales cualidades deben constar: firmeza ideológica, amplia cultura contribuir a la solución de los problemas de las mayorías, promover ideas y no ofensas, obrar por la justicia social, la paz y la democracia.

El rescate de los valores es tarea de todos, hogar, escuela, gobierno y medios de comunicación. Es tiempo de desterrar para siempre casos de traición y evitar que, para algunos, la política siga convertida en un detestable negocio.

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