Ya no hay duda de que el modelo de organización de Alianza PAIS llegó a sus límites; que su funcionamiento debe sobrepasar los tiempos electorales y consolidarse como una organización política compacta para continuar con las transformaciones sociales que el país necesita. El agotamiento del modelo de organización de AP es comprensible porque es producto de la conjunción de diversas fuerzas que tienen distintas perspectivas ideológicas y políticas que se concentran en el proyecto político general del movimiento. Pero esa diversidad de fuerzas entra en contradicción en el quehacer cotidiano y más aún electoral por las legítimas aspiraciones de los potenciales candidatos e intereses existentes. Sin embargo, la parte ideológica llegó a un punto difuso de cientos de interpretaciones y más difusa en medida de los éxitos y logros del gobierno en sus políticas públicas. Esto porque las políticas públicas son obras, son un modo, entre otros, de hacer política, pero en ningún caso la primera debe sustituir a la segunda.
Las salidas que se han planteado a este dilema del modelo de organización están en que continúe como movimiento o que se transforme en partido. Los primeros quieren que permanezca la característica de plasticidad de un movimiento; los segundos que exista mayor peso en la estructura. Podría ser que lo que AP necesita son ambos modelos: como movimiento la capacidad organizativa para estimular y organizar la participación ciudadana a todo nivel e incidir en las políticas públicas y como partido generar cuadros políticos que participen como candidatos y funcionarios políticos en el gobierno. Es decir, que AP necesita tener este doble nivel de hacer política. Lo que sí requiere independientemente del modelo es claridad ideológica y política. Ideológica en los principios éticos de lo que quiere hacer del Ecuador y políticos en el cómo hacerlo para que de esta manera lo uno y lo otro definan unas estrategias y tácticas para la disputa permanente del poder: ideario y programa. Ahora se tiene el poder del Estado, siendo gobierno, y a merced de las elecciones, pero el poder toma otros modos de ser y estar. No basta tener el poder del Estado sea central o de los territorios con los GAD. Se requiere otros niveles del poder social y comunal para llegar a disputar el poder de las estructuras y del propio sistema. A este nivel se llega con una poderosa organización popular. Así en las elecciones no se juega todo el capital político sino una parte sin llegar a poner en riesgo todo el modelo de una democracia participativa que debe llegar a ser radical. Sin ideología, sin militancia es muy difícil alcanzar un voto ideológico. Lo que se requiere es acelerar el paso hacia el poder popular sin quedar estancados en el poder del Estado. Para esto se necesita desplegar un Poder Dual que modele y controle el poder de la tecno-burocracia y sea fundamento de un Estado Popular.