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La delincuencia, agazapada tras honrados taxistas, está cometiendo crímenes horrendos. Me he enterado de varios casos recientes, que denuncio por elementales sentimientos de solidaridad con las víctimas en aumento, y en defensa de los propios taxistas, que en su mayoría laboran legalmente, durante largas horas poniendo en peligro su salud y vida.
En Quito, un amigo gringo tomó con su novia ecuatoriana un taxi amarillo a las 21:30 en la 10 de Agosto y Orellana hacia la avenida González Suárez. En la Humboldt, el taxista desvió para recoger a tres compinches que arrojaron a la cara de los clientes una sustancia enceguecedora, y procedieron a despojarlos de sus pertenencias y a amenazar con violar a la joven, si no se les daba la clave que les permitiera retirar dinero del cajero automático. Recurrieron con ellos varios sitios hasta encontrar un cajero en funcionamiento, de donde retiraron el dinero y los arrojaron a la vereda.
Al comentar este caso, han ido surgiendo mas historias de horror, como la de una terapeuta física quien, al salir de atender a un paciente, tomó un taxi amarillo en la González Suárez, avenida mal iluminada. El taxista la llevó a un sitio oscuro, amparado por la neblina, donde esperaban tres delincuentes, dos hombres y una mujer, que la insultaron, golpearon, robaron, y los dos hombres trataron de violarla. En el forcejeo recibió heridas y fue abandonada en la calle sangrando.
Se generalizan casos similares, paradójicamente, ante la irresponsabilidad de ciertos policías que aconsejan no denunciar ante el peligro de ser perseguidos por los criminales.
A tiempo, el Gobierno Nacional pone en marcha un Plan de Seguridad Integral para el Transporte Público y Comercial del país, con tecnología de punta de información y rastreo satelital para combatir la inseguridad existente, especialmente en buses y taxis, en los que se están colocando botones de pánico, tanto para los conductores como para los usuarios y un GPS. Al ser activados se conecta a un sistema inteligente de ayuda.
Sin embargo, como lo ha reiterado el mismo Presidente, los ciudadanos tenemos que involucrarnos en el combate a la delincuencia, tomando medidas de precaución, como es pedir por teléfono el taxi en horas nocturnas, tomar nota de su identificación y estar alerta en los buses intermunicipales, para no permitir que el conductor pare en la carretera a recoger pasajeros, que pueden ser criminales.
La inseguridad es un fenómeno mundial agravado por la inequidad en un mundo sin ética, dividido entre los que poseen mucho y los desposeídos.