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El Telégrafo
Ketty RomoLeroux G.

Ahora le tocó a Evo

17 de marzo de 2016

Liderando el Movimiento al Socialismo (MAS), con el 60% de votos, el indígena Evo Morales se posesionó el 22 de enero de 2015 para cumplir su tercer mandato como presidente del Estado  Plurinacional de Bolivia, cuyo período vencerá en 2020, convirtiéndose en el mandatario que más ha estado en el poder. Su liderazgo social y político empezó a gestarse en Cochabamba,  a finales de los años 80. Llegando a la presidencia de la República por primera vez en las elecciones del 18 de diciembre de 2005.

Recurriendo un poco a la memoria histórica de su país, Bolivia fue parte de un vasto imperio que abarcó, además, Perú, Ecuador, norte de Chile y norte de Argentina, que concluyó el 19 de agosto de 1533 con la ejecución del inca Atahualpa en Cajamarca. La resistencia de la población a la opresión colonial fue muy intensa, así como contra el yugo español. Logrando su independencia política el 6 de agosto de 1825, por los ejércitos comandados por el Libertador Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.

El país nació con una extensión territorial enorme, pero las dos guerras, la del Pacífico (1879-1883) y la del Chaco (1932-1935), lo llevaron a perder sus costas oceánicas y las tres cuartas partes de su territorio. Derrotas que imprimieron en su pueblo un fuerte sentimiento nacionalista antiimperialista. Su primer presidente fue el Dr. Víctor Paz Estenssoro, quien llegó al poder mediante una insurrección popular en 1952.

Como dato histórico e importante, recordemos que fue en Bolivia, en noviembre de 1966, que el ‘Che’ Guevara organizó la guerrilla. Apresado el 8 de octubre del 67, fue asesinado en la Higuera por la CIA.

Muchos han sido los gobiernos, tanto de facto, como de derecho, los que se han sucedido en Bolivia.

Actualmente, el de Evo Morales goza de mucho prestigio, tanto nacional como internacionalmente, en lo económico, en lo político y en lo social. Sus objetivos hasta finalizar su período son: eliminar la extrema pobreza, el analfabetismo y convertir a su país en el centro energético de América del Sur. Además, es su gobierno el que reivindicó el derecho de Bolivia al acceso al mar, en abril de 2013, ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la cual se declaró competente para resolver el caso.

Pero, si bien el proceso revolucionario ha tenido éxito en grandes avances de carácter material, no se ha preocupado en la construcción de una nueva hegemonía ideológica. Es decir, en la formación moral de los nuevos hombres y mujeres.

Hoy, el imperio, en su afán de regresar a los gobiernos progresistas al neoliberalismo, se vale de todos los medios para lograrlo. En el caso de Evo, trata de desprestigiarlo, con la aparición de un presunto hijo que concibió con su exnovia Gabriela Zapata, que se ignora si realmente está vivo y no falleció, como ella afirmó. Versión lanzada poco antes del referéndum constitucional del pasado 21 de febrero. Y en el que Evo perdió.

Pero los pueblos, como los seres humanos, aprenden por su propia experiencia.

Evo, con su recia personalidad y capacidad, que le han permitido superar grandes dificultades, sabrá concluir su gestión presidencial con mucho éxito. Aunque, como es obvio, el Gobierno de Estados Unidos trata de impedirlo. (O)

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