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Ximena Ortiz Crespo

Abrazar el cambio

06 de noviembre de 2021

(Dedicado a Isabella)

El mundo va transformándose y tú lo haces también. No eres la misma persona que hace diez años, y tampoco la de hace veinte. Te ha resultado difícil aceptar el vertiginoso cambio que ocurre a tu alrededor y te has resistido a transformarte. Era más fácil refugiarte en tu zona de confort y pretender que nada pasaba, que seguías siendo la que eras, que las cosas podían seguir como siempre. Pero la realidad te ha obligado a constatar que no. Los cambios ocurren y te ves obligada a adaptarte. Volverte camaleónica es indispensable porque resistir te dejará exhausta.

Nuestra cultura concebía la vida de una manera rígida. Los mandatos paternos nos hacían creer que la realidad era permanente e inmutable. Por ello, una se aferra a las amistades antiguas, porque son parte del pasado y ayudan a asirse a las vivencias. Mientras tanto, la vida sigue, las circunstancias mutan y vas encontrando personas con otras miradas, con otras maneras. Observas que bien vale la pena abrazar el cambio. Descubres que ver a través de los ojos de los demás es aventurarse a la expedición infinita que es la vida.

Te sorprendes de las cosas que puedes hacer, como cuando emprendes una escalada y llegas a la cima. O cuando pones tu empeño en ser más feliz, en sentirte más cómoda, en poner en práctica tu libertad de elegir. En muchas ocasiones requieres compartimentar tu vida: un día experimentar profundamente lo que amas y guardarte en tu intimidad; otro, salir a encontrarte con el mundo, con la bulla, con las personas... proyectarte. Entiendes, entonces, que puedes ser más que una sola persona. Que es posible desarrollar la creatividad y jugar a ser varias personas en diferentes circunstancias.

Tratar de forzar la realidad para que se ajuste a lo que se conoce como vida normal no es bueno para el alma. Existen múltiples realidades y formas de ver el mundo, existen constelaciones diferentes. Vale la pena explorarlas y enriquecerse. Quedarse quieta es más perjudicial que afrontar los cambios o producirlos. Allí radica la libertad humana.

Pasamos por la vida sin haber alcanzado todo nuestro potencial, sin habernos permitido descubrir quiénes somos. Usar nuestro libre albedrío es mejor que dejar que la vida nos sorprenda y nos afecte de manera dramática por no tomar decisiones. Al vivir conscientemente podemos fluir; podemos explorar el mundo y las infinitas posibilidades que nos ofrece. Así encontraremos nuevas oportunidades, nos mostraremos a nosotras mismas lo valientes que podemos ser al enfrentarnos a nuestros miedos. El mundo no es tan aterrador como pensamos. Hay muchas cosas que pueden mejorar nuestra vida si mantenemos nuestra actitud de curiosidad y asombro.

Situaciones extraordinariamente duras como las de la pandemia sirven para fortalecer nuestro espíritu y emprender cosas nuevas mientras nos desprendemos de relaciones y situaciones tóxicas. Quedarse en las cosas que te suceden o culpar a otros de lo que te pasa, no te fortalece. Es importante salir al encuentro con lo trascendente de la existencia, ejercitar nuestra creatividad para volvernos esa persona que queremos ser: la que ama la vida, la que la inventa constantemente y la que la disfruta.

Tienes que forjar tu futuro y poner todo tu bagaje en transformar el mundo. No dejes de influir en los demás, de mostrar tu fuerza y tu talento. Vivir es transformarse, es experimentar, es crecer, es mantenerse con las miras en alto. A medida que estés consciente aprenderás que aceptar el cambio y, mejor aún, producirlo es bueno y es bello. De otra manera, experimentarás una situación de estancamiento. Estar en movimiento, sentir que corres con el viento golpeando tu cara, sentirte viva, capaz y auténtica, eso es vivir. Abraza los cambios y fluye. Quien se adapta sobrevive. En ello está la inteligencia humana.

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