Ecuador, 29 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

A los grandes maestros que entendieron su misión

09 de abril de 2016 - 00:00

En el transcurso de la historia se ha institucionalizado el día de la mujer, del anciano, de la madre, del padre, del abuelo, del niño, del enfermo, del amor, del mendigo, del maestro; en unos casos, para exaltar, rememorar o solidarizarse con los seres humanos, por sus aportaciones o condiciones especiales en el  medio social; y en otros, como pretexto para fomentar atractivos negocios.

Para venerar la memoria de Juan Montalvo, se decretó el 13 de abril, fecha de su natalicio, como el Día del Maestro, consagrado a reconocer el aporte valioso de los educadores ecuatorianos en el desarrollo y progreso del país. Pero, sin riesgo a equivocarnos, hay que diferenciar entre los auténticos profesionales de la educación en sus diversos niveles, y los otros, aventureros que perjudicaron a niños y jóvenes en el pasado y que aún quedan unos cuantos embusteros.

Rindieron tributo a la vida, maestros, de los grandes, que entendieron su misión, enseñar con el  ejemplo sin esperar dádivas ni recompensas; otros, que ofendieron al magisterio con su comportamiento denigrante y conducta usufructuaria.

Como es usual, en el medio periodístico privado, en las reseñas y en los actos de los gremios, en la fecha clásica, se destacan como apóstoles de la educación nombres de personas por el solo mérito de haber desempeñado cargos de aparente relevancia o constar como propietario de algún establecimiento educativo; mientras los auténticos que enaltecieron su labor yacen sin una flor en el más allá existencial; y otros, olvidados en los asilos de ancianos o abandonados en sus hogares, sin una tarjeta de saludo por la grata fecha.

La grandeza del maestro se la comprueba por el fruto de sus lecciones, cívicos mensajes que trascienden en el tiempo; por la entrega de sus instrumentos para vencer obstáculos y alcanzar el éxito; y más que todo por enseñar a conocer la realidad y a participar en los procesos de cambio que plantea la sociedad. El maestro de verdad se satisface en servir al prójimo por vocación y sentimiento humanitario, sin exhibicionismo ni a la espera de algún galardón barato; y sentirse convencido de que su obra ayudaría a enderezar vidas humanas y a contribuir en la construcción de una nueva patria, sin explotadores ni explotados.

En mi ámbito, como estudiante, rememoro a Gerardo Guevara Wolf, Jorge Villacrés Moscoso, Justino  Cornejo, Esperanza Ortiz, Miguel Roque Salcedo, Enrique Díaz Galarza, Carlos Estévez, Lauro Dávila, maestros excepcionales, que en el aula impartieron conocimientos, explicaron la importancia de los valores y alentaron a sus alumnos en la búsqueda de la superación como seres humanos y profesionales hasta alcanzar el  éxito y la gloria.

Hoy vivimos otra época, el gobierno del socialismo del siglo XXI encontró el camino para mejorar la formación de profesionales de la educación, que entiendan y acepten, principalmente, que se enseña con el ejemplo y que una excelente educación contribuye, en gran parte, a la construcción de una nueva patria, de paz, trabajo y justicia social.

Es propicia la ocasión para expresar el justo reconocimiento a los maestros ecuatorianos del pasado y a los presentes que, comprendiendo su misión, en su orden, rindieron su fruto y siguen en la contienda por el bienestar de las nuevas generaciones, y a su vez un llamado a los profesionales confundidos en sus tareas específicas, a enmendar acciones desviadas y se adhieran a la era de las reivindicaciones que preconiza el régimen de la Revolución Ciudadana. (O)

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media