Publicidad

Ecuador, 06 de Julio de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo
Ecuado TV
Pública FM
Ecuado TV
Pública FM

Publicidad

Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Y si nos pasa lo mismo que con Mauricio Rodas y otros alcaldes?

24 de julio de 2016

En ese afán de encontrar un líder (otro, sería lo más adecuado decir) la oposición política ecuatoriana se ilusionó con Mauricio Rodas. Y ya se sabe qué pasa con las ilusiones. O con los ilusionismos, para hablar con propiedad.

Cuando en febrero de 2014 el presidente de SUMA ganó la Alcaldía de Quito hubo una euforia inusitada en periodistas, analistas, políticos y hasta académicos. Si alguien hace una revisión de todo lo que se dijo y escribió (en particular habría que oír de nuevo a 2 radiodifusores quiteños y leer los artículos de 2 “flacsianos”) queda probado el primer párrafo de este artículo.

Hoy cambió mucho esa emoción, ilusión o como quiera llamarse. Tanto que la misma vicealcaldesa, Daniela Chacón, toma distancia de su “líder máximo” y se asume como una urbanista “progre”, que oye a los especialistas, se reúne con los urbanistas de alta alcurnia de la ciudad, pero no dice nada de los moradores “pobres” del barrio Bolaños.

Pero no solo ocurrió con Quito y Rodas: en varias ciudades del Ecuador los alcaldes elegidos en febrero de 2014 bajaron notablemente su credibilidad, acarrean problemas de gestión (no precisamente por falta de plata o atrasos del Ministerio de Finanzas), sus propuestas de campaña se quedan en medio camino y al mismo tiempo cuentan con un apoyo editorial y periodístico que camufla, ignora u oculta estas realidades (y en otros casos las justifica).

Y ahora, ad portas de la lid electoral, se repite la historia: esos mismos analistas, periodistas, académicos y políticos creen haber encontrado a los líderes que cambiarán la historia, del mismo modo que imaginaron en febrero de 2014. La diferencia: hasta ahora la disputa por el líder único atraviesa por la existencia de varios candidatos, aspirantes y prospectos que no llenan todo los requisitos del manual del buen candidato o del libro El arte de ganar, de Jaime Durán Barba y Santiago Nieto.

Entonces, en el supuesto no consentido de que gracias al apoyo mediático, el “agotamiento” de un modelo o lo que sea el próximo año tengamos a un “Rodas” en la Presidencia, ¿podríamos experimentar en todo el país lo que ahora acontece en Quito? ¿La clase media tendrá el mismo desasosiego, desconcierto, frustración y dolor por la decisión tomada desde unas pulsiones y fobias con cierto “quemeimportismo”?

Y tienen razón algunos analistas responsables al diagnosticar el mapa o la foto de las encuestas de los últimos días y al mismo tiempo evidenciar la lógica política que hay detrás de la proliferación de candidatos a la Presidencia de la República: son solo nombres y membretes; no hay renovación, mucho menos ideas nuevas y tampoco ilusiones movilizadoras para que la gente se encante con la posibilidad del cambio hacia un nuevo porvenir.

Guste o no, hace 10 años se propuso una transformación que tuvo lugar en un proceso constituyente que aún no termina, al cual le faltan algunos hechos, leyes y políticas públicas, pero de ahí a decir que se debe partir de cero o que “se vayan todos los verdes” y refundar la nación hay una distancia enorme. ¡Esa es la cuestión!

¿Quito se ha refundado con Rodas o a él le ha tocado terminar una serie de obras pensadas e iniciadas por Augusto Barrera? ¿Tiene la capital un plan real, inteligente y encantador para transformar la ciudad o solo se reduce a embellecer los parques, pasarles una mano de pintura azul cardenillo, organizar un “Agosto, mes de las artes” como pálido remedo de lo peor que hizo un alcalde en los noventa y al inicio de este siglo? ¿Han bajado los impuestos y tenemos ahora unos “prósperos negocios” gracias a que no hay patentes “caras”?

La realidad es terca. Las cifras son incuestionables. El sentir de la gente dice mucho. Y las encuestas apenas son un reflejo de todo eso.

Hoy vivimos las consecuencias de decisiones tomadas desde un discurso vacío, banal, reactivo y poco sustancioso. No solo Quito atraviesa por esta situación. El problema de fondo es que la sustancia política real no está en cómo se disputa el poder o desde qué argumentos se propone un cambio. Al contrario, gracias a una estructura mediática y unos argumentos discursivos reiterados volveremos a vivir la falsa ilusión de que “lo mejor está por venir”. Entonces ahí tendremos de nuevo a unos candidatos, tal como ocurrió con Rodas, que sin mucha solvencia intelectual, con unas formas y unos modos ‘marketeros’ de hacer política, saldrán al terreno de la política sin un programa de gobierno responsable.

Si de verdad queremos otra opción, una respuesta sólida a los problemas actuales (que ya no son los de 2006) y una contundente propuesta para darle seguimiento profundo al proceso constituyente iniciado en 2007 entonces habrá que descartar esas candidaturas que al estilo Rodas son solo cáscara y no sustancia.

Y eso pasa por demandar a los ya adelantados y madrugadores candidatos una campaña seria, no solo que se conduzca desde el “todo al tacho de la basura” o poner fin al “correísmo”. Todo eso repica el discurso de los liberales de la segunda década del siglo XX cuando querían desterrar todo vestigio del alfarismo y ya sabemos qué pasó después, cómo devino la Revolución Juliana tras una década y media de empobrecimiento extremo, persecución mortal y un enriquecimiento desmedido de las élites oligárquicas.

Ya sabemos dónde termina todo ese discurso. La prueba está a la mano en Argentina. Y quien mejor lo puede explicar es el asesor de campaña del mismo Mauricio Rodas. (O)

Publicidad Externa

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Noticias relacionadas

Pública FM

Social media