Publicidad

Ecuador, 23 de Mayo de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo

Publicidad

Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Murales para la historia (4)

05 de febrero de 2015

El arte mural tiene una vocación de masas y busca crear obras que entren en contacto con el gran público. Por eso tiene una dimensión social que la diferencia de otras manifestaciones pictóricas, puesto que es una obra asentada en el espacio público, que busca proyectarse hacia todos y llegar a ser de todos.

En los últimos tiempos, Pavel Égüez, discípulo de Guayasamín y Kingman, ha retomado el arte mural latinoamericano con singular brío y expresividad. Ahí están sus estupendos murales en la Universidad Andina, titulados ‘Simón Bolívar’ y ‘Somos maíz’. O su formidable obra ‘La Patria naciendo de la ternura’, en la avenida Baralt, de Caracas, hecha en mosaico veneciano y que tiene como figuras centrales a Simón Bolívar y Manuela Sáenz. O su hermoso mural ‘Hombres de maíz’, en la plaza República del Ecuador, en Guatemala. O, en fin, su ‘Grito de los excluidos’, expuesto en Cotacachi, de vigorosa fuerza expresiva.

A esos y otros muchos trabajos, que le han dado justa fama internacional, ha venido a sumarse este bello y terrible mural llamado ‘El grito de la memoria’, fijado en la pared exterior de la Fiscalía General del Estado. Bello por su factura, su colorido y vigor creativo, y terrible por el tema que rememora, en nombre de las víctimas de la crueldad humana.

Simbolizando a estas, ahí están Allende, la familia Restrepo, las Madres de Plaza de Mayo, Rigoberta Menchú y muchas otras. Y entre los victimarios asoman Pinochet, Videla, Febres-Cordero y otros.

Buscando enriquecer su visión y rescatar para su obra la esencia de la memoria colectiva, el artista ha recogido previamente la opinión de las víctimas y de ahí nace la fuerza denunciadora de esta combativa obra, que revive las mejores tradiciones del muralismo latinoamericano.

El éxito social de este mural de denuncia ha sido inmediato. Víctimas de la barbarie política han levantado su voz para loarla y prestigiosos críticos de arte la han mostrado como ejemplo de arte liberador, que reivindica los valores humanos.

Naturalmente, no han faltado los críticos que, desde el otro lado, han denunciado a este mural como una agresión a la imagen de otros, como “una propuesta gráfica con nítidas posiciones políticas y efecto propagandístico” y hasta como “un refrito de los lugares comunes más vetustos del repertorio visual estalinista, chapuza ideológica con lo peor de la iconografía caduca de Guayasamín, panfleto vociferante, violencia ejercida contra el peatón”.

La sola lectura de esas palabras señala ya el nivel y orientación de tales críticas, que se explican en el caso de las hijas de Febres-Cordero, que quisieran que la única imagen de su padre para la historia fuese la que muestra el gran mural de la cúpula del Salón Municipal de Guayaquil, donde figura como una suerte de Padre Eterno, al que su hijo encarnado, Jaime Nebot, le exhibe un panorama de progreso urbano.

Si Picasso eternizó en su ‘Guernica’ la denuncia de la masacre fascista en España, Égüez lo ha logrado en América Latina con este formidable mural.

Publicidad Externa

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media