Suena fuerte, pero es cierto. A la luz de los hechos, los discursos y los acercamientos cada vez más “fraternos” entre algunos dirigentes de Pachakutik y el banquero Guillermo Lasso y Jaime Nebot no cabe duda que vivimos el momento que nadie imaginó y que Mónica Chuji intenta explicar.
Si con Auki Tituaña alguien se sorprendió y hasta dudó de que solo se trataba de un asunto muy particular y privado del exalcalde Cotacachi, ahora los supuestos más radicales dirigentes de Pachakutik (Salvador Quishpe, Marcelino Chumpi y Lourdes Tibán) confirman esa deriva inconcebible: hablan con la derecha ecuatoriana como si fuesen sus compañeros de lucha de toda la vida.
¿Y quién cree que Lasso se ha convencido de la lucha de los indígenas? ¿Cómo se entienden las declaraciones de Carlos Pérez Guartambel sobre la banca y la derecha ecuatoriana? O le hacemos caso a Marlon Santi, quien le dijo a este diario: “¿Quién dijo que yo soy de izquierda? Yo soy un ciudadano ecuatoriano y la visión del movimiento Pachakutik no es de centro, de izquierda o de derecha, es de un movimiento que unifica el contexto pluralista…”.
Bajo el supuesto de que ahora no importan las ideologías, que el movimiento indígena no es de derecha ni de izquierda, tenemos por delante la consagración del absurdo político que resiente a personalidades de enorme respeto y larga trayectoria de lucha como Humberto Cholango, Ricardo Ulcuango y otras más.
Un absurdo que se entiende solo desde las habilidades de los operadores políticos de la derecha que a través de algunos supuestos sindicalistas y consultores han convencido a las cabezas de Pachakutik de que con Lasso o con Cynthia Viteri sus plataformas programáticas ancestrales se harán realidad. Algo parecido ya les ocurrió con Lucio Gutiérrez y ya sabemos dónde terminó todo ello.
Y evidentemente el absurdo se agranda cuando la postura de un Quishpe es rogar por que el banquero acepte como binomio vicepresidenciable a Tibán. Ni siquiera asume la supuesta dignidad que tiene para otras acciones políticas exigiendo la presidencia en la papeleta. Casi ruega que por favor la acepten, mientras Lasso le “longuea” diciendo que su compañera de fórmula será una quiteña. ¿Una quiteña indígena? ¿Cabe eso o será una quiteña de la élite capitalina con soporte aristocrático?
Pero quizás el absurdo adquiere otro sentido si uno lee a Mónica Chuji responderse la pregunta que se hace en un artículo https://lalineadefuego.info/2016/08/03/sacha-runa-yuyai-y-yachai-el-pensamiento-y-saber-de-los-pueblos-selvaticos-por-monica-chuji/ que da para pensar más de una vez qué momento vivimos. Ella se pregunta: “¿Somos de izquierda o de derecha?” y se responde: “Los pueblos indígenas tenemos nuestra propia filosofía de vida, ya sea en los Andes, en la Amazonía o en la Costa, con matices diferentes, pero con visiones similares. En general somos gente de diálogo, de debate, de consensos. Somos culturas diversas que amamos la diferencia, pero no la competencia. Nos diferenciamos rotundamente con la lógica del modernismo, pero que no nos queda otra vía que luchar en cancha ajena para poder incidir y hacer que nuestras propuestas sean debatidas por la sociedad.”
Si Chuji lo señala así entonces hay algo más en cuestión, ya que no ha tenido ella recelo alguno de sentarse junto a los socialcristianos en pro de la Unidad: para los indígenas no importan las ideologías que definen el devenir de la economía y la cultura del Ecuador con el único propósito de imponer su “no ideología”. Cuando dice que no les queda otra vía que luchar en la cancha ajena se entiende ahora por qué se aliaron con Lucio, apoyaron a Correa y ahora pueden compartir la mesa con Viteri o con Lasso. ¿Por qué no con Álvaro Noboa y Donald Trump también?
Pero salta otra duda: ¿los pueblos indígenas son una sola entidad, con una visión única y con esa filosofía absolutamente incorporada en sus prácticas políticas? Si el diálogo ha sido su mayor fortaleza filosófica, ¿cómo se explica la ausencia de diálogo con otras organizaciones y dirigentes indígenas? ¿Es más fácil hablar con Lasso y Nebot que con la Fenocin o la FEI?
La verdad: todo ese “andamiaje ideológico” de Santi, Chuji, Quishpe, Tibán y Chumpí solo revela dos posibles explicaciones. Una: justifican lo injustificable para pactar con la derecha y así derrotar al “correísmo”. O dos: les hace falta una buena sentada para ponerse de acuerdo en su propia visión ideológica antes de tomar decisiones electorales que conlleven efectivamente la emancipación definitiva de los pueblos indígenas.
Posiblemente también ocurra que los mestizos no estamos en condición de entender esa filosofía indígena explicada por Chuji y quizá los más lúcidos para ello sean los líderes blanquitos de la derecha. Si Pérez Guartambel dijo que con todos menos con CREO, PSC y AP, ¿dónde queda tanta supuesta elocuencia y dignidad políticas?
Y si fuese así, podría ocurrir que por fin la derecha entendió a los pueblos indígenas y por fin harán suyas sus reivindicaciones y tendremos en el futuro un gobierno plural, diverso y multicolor. Solo valdría preguntar a Mae Montaño de qué ha servido su presencia política en la derecha al pueblo afroecuatoriano y por qué no es ella la escogida para acompañar en la papeleta a Lasso.
No, aquí hay un proceso “colonizador” de nuevo cuño que pasa por la cooptación de algunos “PachaKushkis” y copar el espacio electoral con una supuesta representación multiétnica y pluricultural. El objetivo real es recuperar el poder político para los grupos financieros y oligárquicos puestos una wiphalla al cuello. (O)