LAS PREGUNTAS DE LA CONSULTA: ¿Soberanía Popular o Juego de Tronos?
Cuando el Estado se ve atrapado entre la inoperancia estructural y la mezquindad ideológica, la consulta popular deja de ser simple mecanismo de participación para convertirse en un acto de salvamento constitucional. Las siete preguntas propuestas por el presidente Daniel Noboa no son -como vociferan algunos- un capricho de monarca tropical, sino una herramienta legítima que se sostiene en los principios de soberanía popular y democracia directa, consagrados en los artículos 1, 95 y 104 de la Constitución.
Hay cuestionamientos técnicos relacionados con el procedimiento en un caso y con la independencia de poderes en otro y está bien, ese es el debate que debe producirse en democracia, lo que es impresentable es la intención correista de apropiarse de la representación ciudadana para proteger impunidades, sostener mafias institucionales y sabotear toda forma de gobernabilidad que no sea la suya.
¿Las preguntas son perfectas? No. Pero son necesarias: Regreso de bases militares extranjeras para combatir el crimen transnacional. Eliminación de asignación de los recursos del pueblo a organizaciones políticas. Eliminación de ese bodrio llamado CPCCS y distribución de sus funciones. Reducción de número de asambleístas para responder al clamor popular. Contratación por horas para sincerar y optimizar la actividad turística. Juicio político a jueces constitucionales. Regreso de casinos en hoteles 5 estrellas con impuesto del 25 % bajo un esquema de control estricto.
Los mismos que aplaudieron la consulta de 2011 para despedazar la justicia, ahora lloran por la institucionalidad. ¿Desde cuándo las ratas y los ratones cuidan el queso? El populismo de izquierda y derecha, esos que se disfrazan de demócratas mientras cocinan pactos a puerta cerrada, temen perder poder, no derechos.
Sin embargo, apoyar la consulta no significa girar un cheque en blanco. El uso del poder sin límites siempre será un error, ya lo dijo Lord Acton en su dictum: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Hoy la amenaza no es un dictador con botas, es el inmovilismo ante una crisis que exige acción, Noboa lo sabe y propone, el pueblo dispone.
Lo cierto es que, oficialismo y oposición se equivocan si caen en el error de convertir la consulta en un barómetro de popularidad, alejarse de esa “estrategia” que en realidad es una tara, es lo sensato.
La oposición ciega y sus acólitos chillarán porque presuntamente se viola la Constitución, cuando en realidad lo que se viola es su monopolio sobre la narrativa del poder, se acabó el tiempo del relato dizque heroico que encubría la corrupción estructural. Que el pueblo hable y que los oportunistas aprendan a escuchar o preparen su retirada.
Son siete preguntas que podrían ser modificadas o quedar en cinco, en un país harto de farsantes ciudadanos que fungen de revolucionarios y que ahora se rasgan las vestiduras por la Constitución que nunca respetaron. Cinismo político puro y duro…