Uno de los grandes males que afectan a los gobiernos en todas partes es el burocratismo, que tiene un cúmulo de síntomas nefastos, como el papeleo, el tirarse la pelotita entre unos y otros funcionarios, el vuelva usted mañana, aquí puse y no aparece, este trámite ha de demorar porque es complicado, y así por el orden. De justificación en justificación, de pretexto en pretexto, la gente de a pie padece los efectos de la irresponsabilidad y la indolencia administrativa en los ministerios, los gobiernos seccionales, las entidades autónomas, llegándose a casos aberrantes en que los demandantes de servicios primero enferman y mueren en las largas esperas de atención o justicia.

El burocratismo es mal universal, se da lo mismo en países capitalistas que en países socialistas. Esto le llevó alguna vez a decir a Fidel Castro que en Cuba no había socialismo sino ‘sociolismo’, pues en  la jerga cubana tener un ‘socio’ es lo que en Ecuador significa tener una ‘palanca’; de este modo, el amiguismo y el compadrazgo prevalecen por encima de la obligación que tienen los funcionarios de atender a cualquier ciudadano sin preferencia alguna, o prefiriendo en todo caso a los más necesitados, a los postergados de siempre, como son los campesinos y los pobladores marginales.

Entre nosotros, el presidente Correa ha venido clamando en forma reiterada contra el burocratismo por su carga de ineficiencia y costo económico, a lo que hay que agregar el costo político, pues la desatención a usuarios y peticionarios agrega leña al fuego de la oposición y es aprovechado por los golpistas que buscan todos los motivos posibles para desestabilizar al Gobierno y echarlo abajo, no importa a costa de qué sangrientas consecuencias, la CIA y la derecha de por medio. De allí que sea absolutamente necesario, socialmente urgente, combatir el mal del burocratismo. Por nuestra parte y a propósito, transcribimos un poema nuestro que lo publicamos por primera vez hace 40 años
                          

EL BURÓCRATA

Cuando le aseguraron
que la Tierra es redonda
respondió:
-No lo puedo creer,
el jefe no me ha dado
la orden respectiva.
Cuando el cadáver le pidió:
-Hermano, dame sepultura,
le contestó:
preséntame el pedido por escrito.
Cuando el hambriento le pidió un poco de ese pan
abandonado a los ratones,
le mandó que llenara previamente
cincuenta formularios
y trajera dos fotos
de frente y de perfil.
Cuando vinieron dos vecinos
a informarle que un yanqui
iba a volar el mundo en ese instante
les ordenó presentar la denuncia
bajo juramento
acompañando tres testigos.
Cuando llegó el amor
y no le pidió nada,
lo hizo detener por sospechoso en vista de que no portaba documentos. (O)