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Antonio Quezada Pavón

“Arar en el mar”

24 de julio de 2014

“Todos los que sirvieron a la revolución han arado en el mar” fueron las palabras de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte Blanco, nacido en Venezuela, un jueves como hoy, el 24 de julio de 1783, más conocido como Simón Bolívar, renunciando a su Presidencia de la Gran Colombia el 27 de abril de 1830.

¿Cuáles fueron las causas para que este líder militar y político pronuncie esta lapidaria frase? Desde su nacimiento, en una Caracas de 45.000 habitantes, Bolívar está al cuidado de una amiga de su madre, doña Inés Manceba de Miyares, y luego de su fiel madre de pecho, la negra Hipólita. Queda huérfano muy pronto y a la muerte de su abuelo materno y tutor, don Feliciano Palacios Sojo, tiene una infancia sin mayor afecto familiar. Sin embargo, el joven maestro Simón Rodríguez cubre todas las enseñanzas posibles para este niño de diez años y muy pronto recibe el influjo de un adolescente de inteligencia formidable que es Andrés Bello López, futuro maestro de América. A los 16 años viaja a España y se familiariza con las ideas de la Revolución Francesa; se casa a los 19 años en Madrid con María Teresa Toro Alaiza y queda viudo a los veinte. Esta acelerada juventud, plagada de profundas enseñanzas e infortunios, forja su espíritu acerado y tenaz, de implacable perseverancia y formidable fortaleza.

Ingresa a la masonería a los 21 años en Cádiz, durante su segundo viaje a Europa, ciudad que era el centro de actividades masónicas, en cuyas logias había muy importantes hombres de la política, las artes y las ciencias. A partir de su ingreso a la Orden Masónica, Bolívar lleva una vida muy activa en Cádiz y en París.

Lúcido y visionario como era, penetró rápidamente en su doctrina. Llega a Roma en 1805 y en el Monte Sacro, la más pequeña de las siete colinas romanas, junto a su maestro Simón Rodríguez, pronuncia su juramento: “Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”. Allí surge la decisión definitiva de conducir en América la inmensa obra emancipadora. Tenía 22 años. La vida masónica de Bolívar fue breve e intensa, todo su pensamiento político se ve estrechamente ligado a los ideales masónicos: combatir por la libertad y la justicia, la independencia, la unidad y la integración. No necesitó muchos años para ello. Las huellas están allí indelebles.

Bolívar sentía que la América hispánica estaba dominada por el triple yugo de la ignorancia, la tiranía y el vicio. Culpaba de la caída de la primera república a sus subordinados que trataban de imitar lo que era una ‘república etérea’ y que el gobierno de una sociedad heterogénea como la nuestra necesitaba de una ‘infinitamente firme mano’.

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