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Un ejemplo de humilde grandeza

Un ejemplo de humilde grandeza
Archivo/El Telégrafo
11 de enero de 2021 - 07:00 - Ney Dolberg

La esencia de la vida es el intercambio y la adaptación al cambio, tanto en la genética como en la cultura, garantizando así la continuidad de la vida. Es por eso que el mestizaje debería ser el orgullo de los pueblos y las culturas, su reconocimiento y aceptación nos catapulta al futuro, mientras su desconocimiento y negación nos retiene y anquilosa.

El Ecuador actual es el resultado de diferentes migraciones: incaica, española y otras de Europa, peruana, colombiana, orientales y ahora venezolana. La comunidad chilena hizo lo propio en la década de los 70 y 80 del siglo pasado; muchos regresaron a su tierra, sin embargo otros se quedaron y sus hijos intercambiaron con ecuatorianos forjando nuevas herencias familiares, sociales, culturales y políticas.

Uno de esos personajes chilenos que contribuyó al desarrollo intelectual y científico del Ecuador ha fallecido hace pocos días, el doctor Enrique Sierra Castro, dejando a su paso un legado de una humilde grandeza desde la investigación económica y política así como cultural, contribuyendo desde las sombras de su sabiduría con eminentes políticos y con profesores de la academia ecuatoriana. Humilde porque nunca buscó el homenaje ni la parafernalia de los vanidosos, grandeza porque a pesar de su gran capacidad intelectual vivió con la moderación y la sencillez propia de los grandes.

Enrique Sierra Castro cuando desde su Chile natal, en la década de los 70 del siglo pasado, fue delegado a Paris para negociar la deuda externa junto con el afamado poeta Pablo Neruda a quien años más tarde dedicara una reseña: “el Neruda que yo conocí”, jamás pensó que su alta capacidad para entender la micro y la macroeconomía lo hubiera llevado en el futuro a apoyar la política a través de sus investigaciones en casi toda Latinoamérica y terminar en nuestro país con una prolífica producción de centenas de estudios, documentos, textos y libros sobre la realidad económica del Ecuador y el mundo.

Especializado en análisis y políticas económicas y planificación nacional, fue un experto asesor e investigador profesor postgradista entre 1963 y 1968 en ONU, OEA, BID, gobiernos y universidades latinoamericanas y hasta en Guinea Ecuatorial.

Entre todas sus obras, que las realizó y las publicó con “dinero de su bolsillo”, vale destacar: El modelo Petrolero en el Ecuador, Ecuador, Ecuador, ¡Tu petróleo! ¡Tu gente!, Ecuador, su pueblo, Dolarización y política, La dolarización en fácil, Ecuador crisis y crecimiento, Desempleo y pobreza, La pirámide en conflicto, Crisis, economía y riqueza planetaria, y mas, nos permiten entender el actual “cambio de época” en el cual la pandemia de la covid es apenas un detonante.

El Ecuador está en deuda con este gran hombre que tanto dio, merece ser recordado en un pedestal junto a todas sus obras, de las que no pocos hombres de la academia y la vida política del país se nutrieron y muchos lo seguirán haciendo.

Paz en su tumba y orgullo de sus descendientes y todos quienes disfrutamos de sus enseñanzas.

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